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Jamás he ocultado mi pecado,como el común de la gente,ni he mantenido mi culpa en secreto,
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por miedo al qué dirán.Jamás me he quedado en silencio y encerradopor miedo al desprecio de mis parientes.
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»¡Cómo quisiera que Dios me escuchara!Estampo aquí mi firma;que me responda el Todopoderoso.Si él quiere contender conmigo,que lo haga por escrito.
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Llevaré esa acusación sobre mis hombros;me la pondré como diadema.
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Compareceré ante él con dignidad,y le daré cuenta de cada uno de mis pasos.
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»Si mis tierras claman contra mí,y todos sus surcos se inundan en llanto;
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si he tomado la cosecha de alguien sin pagarle,o quebrantado el ánimo de sus dueños,
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¡que nazcan en mi tierra zarzas en vez de trigo,y hierbas en vez de cebada!»Con esto Job dio por terminado su discurso.