31
»Mis siervos nunca han dicho:
“Él dejó que otros pasaran hambre”.
32
Nunca he negado la entrada a un desconocido,
más bien, he abierto mis puertas a todos.
33
»¿He intentado ocultar mis pecados como hacen otros,
escondiendo mi culpa en el corazón?
34
¿Acaso me he quedado callado
y encerrado por miedo a la multitud
o al desprecio de las masas?
35
»¡Si tan solo alguien me escuchara!
Miren, voy a respaldar mi defensa con mi firma.
Que el Todopoderoso me responda;
que escriba los cargos que tiene contra mí.
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Me enfrentaría a la acusación con orgullo,
y la llevaría como una corona.
37
Pues le diría exactamente lo que he hecho;
vendría ante él como un príncipe.
38
»Si mi tierra me acusa
y todos sus surcos claman juntos contra mí,
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o si he robado sus cosechas
o he matado a sus propietarios,
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entonces que en esa tierra crezcan cardos en lugar de trigo,
y malezas en lugar de cebada».
Aquí terminan las palabras de Job.