10
entonces, que mi esposa le pertenezca a
otro hombre,
y que otros hombres se acuesten con ella.
11
Pues la codicia sexual es un pecado vergonzoso,
un delito que debería ser castigado.
12
Es un fuego que arde todo el camino hasta el infierno;
habría arrasado con todo lo que poseo.
13
»Si he sido injusto con mis siervos o con mis siervas
cuando me han presentado sus quejas,
14
¿cómo podría enfrentarme con Dios?
¿Qué podría decir cuando él me interrogara?
15
Pues Dios me creó tanto a mí como a mis siervos;
nos formó a ambos en el vientre.
16
»¿He rehusado ayudar al pobre
o he acabado con las esperanzas de las viudas?
17
¿He sido tacaño con mi comida
o me he negado a compartirla con los huérfanos?
18
No, desde la niñez he cuidado a los huérfanos como un padre,
y toda mi vida me he ocupado de las viudas.
19
Cuando veía sin vestido a los que no tienen hogar
y a los necesitados sin nada que ponerse,
20
¿acaso no me alababan
por darles ropas de lana para combatir el frío?
21
»Si he levantado la mano contra un huérfano
sabiendo que los jueces se pondrían de mi parte,
22
entonces, ¡que se disloque mi hombro!
¡Que mi brazo se descoyunte!
23
Eso sería mejor que enfrentarme al juicio de Dios.
Si la majestad de Dios está en mi contra, ¿qué esperanza queda?
24
»¿He puesto mi confianza en el dinero
o me he sentido seguro a causa de mi oro?
25
¿Me he regodeado de mi riqueza
y de todo lo que poseo?
26
»¿He mirado alguna vez al sol que brilla en los cielos
o a la luna que recorre su sendero de plata,
27
y he sido seducido en lo secreto de mi corazón
a lanzarles besos de adoración?
28
Si así fuera, los jueces deberían castigarme,
porque significaría que he negado al Dios del cielo.
29
»¿Me he alegrado alguna vez cuando una calamidad ha herido a mis enemigos
o me entusiasmé cuando les ha tocado sufrir?
30
No, nunca he pecado por maldecir a nadie
ni por pedir venganza.