4
Cuando yo estaba en la flor de la vida,
la amistad con Dios se sentía en mi hogar.
5
El Todopoderoso todavía estaba conmigo,
y mis hijos me rodeaban.
6
Mis vacas daban leche en abundancia,
y mis olivares derramaban ríos de aceite.
7
»¡Qué tiempos aquellos cuando iba a las puertas de la ciudad
y ocupaba mi lugar entre los líderes reconocidos!
8
Los jóvenes me daban paso cuando me veían,
e incluso los ancianos se ponían de pie en señal de respeto cuando yo llegaba.
9
Los príncipes guardaban silencio
y se cubrían la boca con las manos.
10
Las más altas autoridades de la ciudad se quedaban calladas,
y refrenaban la lengua en señal de respeto.
11
»Los que me oían, me elogiaban;
los que me veían hablaban bien de mí.
12
Pues yo ayudaba a los pobres en su necesidad
y a los huérfanos que requerían ayuda.
13
Ayudaba a los que estaban sin esperanza y ellos me bendecían;
y hacía que cantara de alegría el corazón de las viudas.
14
Siempre me comportaba con honradez;
la rectitud me cubría como un manto
y usaba la justicia como un turbante.