11
Represan el agua que corre en los arroyos
y sacan a la luz los tesoros escondidos.
12
»Pero ¿sabe la gente dónde encontrar sabiduría?
¿Dónde puede hallar entendimiento?
13
Nadie sabe dónde encontrar sabiduría
porque no se halla entre los vivos.
14
“Aquí no está”, dice el océano;
“Aquí tampoco”, dice el mar.
15
No se puede comprar con oro;
no se puede adquirir con plata.
16
Vale más que todo el oro de Ofir,
mucho más que el precioso ónice o el lapislázuli.
17
La sabiduría es más valiosa que el oro y el cristal;
no se puede comprar con joyas engastadas en oro fino.
18
El coral y el jaspe no sirven para adquirirla.
La sabiduría vale mucho más que los rubíes.
19
No se puede canjear por el precioso peridoto de Etiopía.
Es más valiosa que el oro más puro.
20
»Pero ¿sabe la gente dónde encontrar sabiduría?
¿Dónde puede hallar entendimiento?
21
Se esconde de los ojos de toda la humanidad;
ni siquiera las aves del cielo con su vista aguda pueden descubrir la sabiduría.
22
La Destrucción
y la Muerte dicen:
“Solo hemos oído rumores acerca de dónde encontrarla”.
23
»Únicamente Dios entiende el camino a la sabiduría;
él sabe dónde se puede encontrar,
24
porque él mira hasta el último rincón de la tierra
y ve todo lo que hay bajo los cielos.
25
Él decidió con qué fuerza deberían soplar los vientos
y cuánta lluvia debería caer.
26
Hizo las leyes para la lluvia
y trazó un camino para el rayo.
27
Entonces vio la sabiduría y la evaluó;
la colocó en su lugar y la examinó cuidadosamente.
28
Esto es lo que Dios dice a toda la humanidad:
“El temor del Señor es la verdadera sabiduría;
apartarse del mal es el verdadero entendimiento”».