3
He tenido que soportar tus insultos,
pero ahora mi espíritu me mueve a responder.
4
»¿No te das cuenta que desde el principio del tiempo,
desde que el hombre fue puesto sobre la tierra por primera vez,
5
el triunfo de los malos ha durado poco
y la alegría de los que viven sin Dios ha sido pasajera?
6
Aunque el orgullo de los incrédulos llegue hasta los cielos
y toquen las nubes con la cabeza,
7
aun así, ellos desaparecerán para siempre
y serán desechados como su propio estiércol.
Sus conocidos preguntarán:
“¿Dónde están?”.
8
Se desvanecerán como un sueño y nadie los encontrará;
desaparecerán como una visión nocturna.
9
Quienes alguna vez los vieron, no los verán más;
sus familias nunca volverán a verlos.
10
Sus hijos mendigarán de los pobres
porque tendrán que devolver las riquezas que robaron.
11
A pesar de ser jóvenes
sus huesos yacerán en el polvo.
12
»Ellos disfrutaron del dulce sabor de la maldad,
dejando que se deshiciera bajo su lengua.
13
La saborearon,
dejándola mucho tiempo en la boca;
14
pero de repente, la comida en su estómago se vuelve ácida,
un veneno en su vientre.
15
Vomitarán la riqueza que se tragaron;
Dios no permitirá que la retengan.
16
Chuparán el veneno de cobras
y la víbora los matará.
17
Nunca más disfrutarán de las corrientes de aceite de oliva
ni de los ríos de leche y miel.
18
Devolverán todo lo que consiguieron con tanto esfuerzo;
su riqueza no les traerá alegría.
19
Pues oprimieron a los pobres y los dejaron sin nada;
se adueñaron de sus casas.
20
Estuvieron siempre llenos de avaricia y nunca quedaron satisfechos;
no queda nada de todo lo que soñaron.
21
Comen hasta hartarse pero después no les queda nada,
por eso, su prosperidad no perdurará.
22
»En medio de la abundancia, caerán en dificultades
y el sufrimiento se apoderará de ellos.
23
Que Dios les llene la vida de problemas;
que Dios haga llover su enojo sobre ellos.