13
¡Oh quién me diera que me escondieses en el sepulcro, Que me encubrieras hasta apaciguarse tu ira, Que me pusieses plazo, y de mí te acordaras!
14
Si el hombre muriere, ¿volverá á vivir? Todos los días de mi edad esperaré, Hasta que venga mi mutación.
15
Aficionado á la obra de tus manos, Llamarás, y yo te responderé.
16
Pues ahora me cuentas los pasos, Y no das tregua á mi pecado.
17
Tienes sellada en saco mi prevaricación, Y coacervas mi iniquidad.
18
Y ciertamente el monte que cae se deshace, Y las peñas son traspasadas de su lugar;
19
Las piedras son desgastadas con el agua impetuosa, Que se lleva el polvo de la tierra: de tal manera haces tú perecer la esperanza del hombre.
20
Para siempre serás más fuerte que él, y él se va; Demudarás su rostro, y enviaráslo.
21
Sus hijos serán honrados, y él no lo sabrá; O serán humillados, y no entenderá de ellos.
22
Mas su carne sobre él se dolerá, Y entristecerse ha en él su alma.