5
Todos se engañan y se estafan entre sí;
ninguno dice la verdad.
Con la lengua, entrenada a fuerza de práctica, dicen mentiras;
pecan hasta el cansancio.
6
Amontonan mentira sobre mentira
y rechazan por completo reconocerme»,
dice el Señor
.
7
Por lo tanto, esto dice el Señor
de los Ejércitos Celestiales:
«Mira, los derretiré en el crisol
y los probaré como al metal.
¿Qué más puedo hacer con mi pueblo?
8
Pues sus lenguas lanzan mentiras como flechas envenenadas.
Dicen palabras amistosas a sus vecinos
mientras en el corazón traman matarlos.
9
¿No habría de castigarlos por eso? —dice el Señor
—.
¿No habría de tomar venganza contra semejante nación?».
10
Lloraré por las montañas
y gemiré por los pastos del desierto;
pues están desolados y no tienen vida.
Ya no se escucha el mugido del ganado;
todas las aves y los animales salvajes han huido.
11
«Haré de Jerusalén un montón de ruinas —dice el Señor
—
y será un lugar frecuentado por chacales.
Las ciudades de Judá serán abandonadas,
y nadie vivirá en ellas».
12
¿Quién tiene suficiente sabiduría para entender todo esto? ¿Quién ha sido instruido por el Señor
y puede explicárselo a otros? ¿Por qué ha sido tan arruinada esta tierra, que nadie se atreve a viajar por ella?
13
El Señor
contesta: «Esto sucedió porque mi pueblo abandonó mis instrucciones; se negó a obedecer lo que dije.
14
En cambio, se pusieron tercos y siguieron sus propios deseos y rindieron culto a imágenes de Baal, como les enseñaron sus antepasados.
15
Así que ahora esto dice el Señor
de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: ¡mira!, los alimentaré con amargura y les daré veneno para beber.