21
Pues la muerte se ha deslizado a través de nuestras ventanas
y ha entrado a nuestras mansiones.
Ha acabado con la flor de nuestra juventud:
los niños ya no juegan en las calles,
y los jóvenes ya no se reúnen en las plazas.
22
Esto dice el Señor
:
«Se esparcirán cadáveres a través de los campos como montones de estiércol,
como manojos de grano después de la cosecha.
No quedará nadie para enterrarlos».
23
Esto dice el Señor
:
«No dejen que el sabio se jacte de su sabiduría,
o el poderoso, de su poder,
o el rico, de sus riquezas.
24
Pero los que desean jactarse
que lo hagan solamente en esto:
en conocerme verdaderamente y entender que yo soy el Señor
quien demuestra amor inagotable,
y trae justicia y rectitud a la tierra,
y que me deleito en estas cosas.
¡Yo, el Señor
, he hablado!
25
»Se acerca la hora —dice el Señor
—, cuando castigaré a todos los que están circuncidados en el cuerpo pero no en espíritu:
26
a los egipcios, a los edomitas, a los amonitas, a los moabitas, a la gente que vive en el desierto en lugares remotos,
y sí, aun a la gente de Judá. Igual que todas estas naciones paganas, el pueblo de Israel también tiene el corazón incircunciso».