14
»Luego el pueblo dirá:
“¿Por qué deberíamos esperar aquí para morir?
Vengan, vayamos a las ciudades fortificadas para morir allí.
Pues el Señor
nuestro Dios ha decretado nuestra destrucción
y nos ha dado a beber una copa de veneno
porque pecamos contra el Señor
.
15
Esperábamos paz, pero la paz no llegó;
esperábamos tiempos de sanidad, pero solo encontramos terror”.
16
»Ya se puede oír el resoplido de los caballos de guerra del enemigo
¡desde tan lejos como la tierra de Dan en el norte!
El relincho de sus sementales hace temblar toda la tierra.
Vienen a devorar el país y todo lo que hay en él,
tanto las ciudades como los habitantes.
17
Enviaré estas tropas enemigas entre ustedes
como serpientes venenosas a las que no pueden encantar.
Los morderán y ustedes morirán.
¡Yo, el Señor
, he hablado!».
18
Jeremías llora por Judá
Mi dolor no tiene remedio;
mi corazón está destrozado.
19
Escuchen el llanto de mi pueblo;
puede oírse por toda la tierra.
«¿Acaso ha abandonado el Señor
a Jerusalén?
—pregunta la gente—.
¿No está más su Rey allí?».
«Oh, ¿por qué han provocado mi enojo con sus ídolos tallados
y sus despreciables dioses ajenos?», pregunta el Señor
.
20
«Ya se acabó la cosecha,
y el verano se ha ido —se lamenta el pueblo—,
¡y todavía no hemos sido salvados!».
21
Sufro con el dolor de mi pueblo,
lloro y estoy abrumado de profunda pena.
22
¿No hay medicina en Galaad?
¿No hay un médico allí?
¿Por qué no hay sanidad
para las heridas de mi pueblo?