48
Entonces los cielos y la tierra se alegrarán,
porque del norte los ejércitos destructores
vendrán contra Babilonia —dice el Señor
—.
49
Así como Babilonia mató a la gente de Israel
y a la gente de otros pueblos por todo el mundo,
así mismo debe morir su gente.
50
¡Váyanse, todos ustedes que escaparon de la espada!
¡No se detengan para mirar, huyan mientras puedan!
Recuerden al Señor
, aunque estén en una tierra lejana,
y piensen en su hogar en Jerusalén».
51
«Estamos avergonzados —dicen los del pueblo—.
Estamos ofendidos y en desgracia
porque extranjeros profanaron
el templo del Señor
».
52
«Sí —dice el Señor
—, pero se acerca la hora
en que destruiré los ídolos de Babilonia.
Los quejidos de la gente herida
se oirán por toda la tierra.
53
Aunque Babilonia llegue tan alto como los cielos
y haga sus fortificaciones increíblemente resistentes,
aun así yo enviaré enemigos para que la saqueen.
¡Yo, el Señor
, he hablado!
54
Destrucción completa de Babilonia
»¡Escuchen! Oigan el llanto de Babilonia,
el sonido de la gran destrucción que surge de la tierra de los babilonios.
55
Pues el Señor
destruye a Babilonia;
silenciará su vozarrón.
Oleadas de enemigos golpean contra ella;
resuenan en la ciudad los ruidos de batalla.
56
Vienen contra Babilonia ejércitos destructores.
Apresan a sus hombres valientes
y sus armas se quiebran en sus manos.
Pues el Señor
es Dios que da justo castigo;
él siempre le da a cada cual su merecido.
57
Haré que sus autoridades y hombres sabios se emborrachen,
junto con sus capitanes, oficiales y guerreros.
¡Caerán dormidos
y nunca más se despertarán!»,
dice el Rey, cuyo nombre es
el Señor
de los Ejércitos Celestiales.
58
Esto dice el Señor
de los Ejércitos Celestiales:
«Las gruesas murallas de Babilonia serán arrasadas
y sus inmensas puertas serán quemadas.
¡Los constructores de muchos países han trabajado en vano
porque su obra será destruida por fuego!».