2
Esto dice el Señor
:
«Anúncienlo a todo el mundo
y no se callen nada.
¡Levanten una bandera de señales
para decirles a todos que caerá Babilonia!
Sus imágenes e ídolos
serán hechos pedazos.
Sus dioses Bel y Merodac serán completamente deshonrados.
3
Pues una nación la atacará desde el norte
y traerá tal destrucción que nadie volverá a vivir allí.
Desaparecerá todo;
huirán tanto las personas como los animales.
4
Esperanza para Israel y Judá
»En los días venideros
—dice el Señor
—,
el pueblo de Israel volverá a su hogar
junto con el pueblo de Judá.
Llegarán llorando
en busca del Señor
su Dios.
5
Preguntarán por el camino a Jerusalén
y emprenderán el regreso a su hogar.
Se aferrarán al Señor
con un pacto eterno que nunca se olvidará.
6
»Mi pueblo ha sido como ovejas perdidas.
Sus pastores los llevaron por mal camino
y los dejaron sueltos en las montañas.
Perdieron su rumbo
y no recuerdan cómo regresar al redil.
7
Todos los que los encontraban los devoraban.
Sus enemigos decían:
“No hicimos nada malo al atacarlos
porque ellos pecaron contra el Señor
,
quien es su verdadero lugar de descanso
y la esperanza de sus antepasados”.
8
»Pero ahora, ¡huyan de Babilonia!
Abandonen la tierra de los babilonios.
Guíen a mi pueblo de regreso al hogar
como hace el macho cabrío que va a la cabeza de la manada.
9
Pues estoy levantando un ejército
de grandes naciones del norte.
Unirán fuerzas para atacar a Babilonia
y esta será conquistada.
Las flechas de los enemigos irán directamente al blanco,
¡no errarán!
10
Babilonia
será saqueada
hasta que los agresores se sacien con el botín.
¡Yo, el Señor
, he hablado!
11
Inevitable caída de Babilonia
»Se alegran y regocijan,
ustedes que despojaron a mi pueblo elegido.
Retozan como becerros en el prado
y relinchan como sementales.
12
Pero su tierra natal
será llena
de vergüenza y deshonra.
Ustedes serán la última de las naciones,
un desierto, tierra seca y desolada.