7
«¿Cómo puedo perdonarte?
Pues aun tus hijos se han alejado de mí.
¡Ellos juraron por dioses que no son dioses en absoluto!
Alimenté a mi pueblo hasta que estuvo satisfecho;
pero su manera de darme las gracias fue cometer adulterio
y hacer fila en los prostíbulos.
8
Son vigorosos sementales, bien alimentados,
cada uno relinchando por la mujer de su prójimo.
9
¿No habría de castigarlos por esto? —dice el Señor
—.
¿No habría de vengarme contra semejante nación?
10
»Vayan por las hileras de los viñedos y destruyan las vides
pero dejen algunas con vida.
Arranquen los sarmientos de las vides,
porque esta gente no pertenece al Señor
.
11
Los pueblos de Israel y Judá
están llenos de traición contra mí
—dice el Señor
—.
12
Mintieron acerca del Señor
y dijeron:
“¡Él no nos molestará!
Ningún desastre vendrá sobre nosotros;
no habrá guerra ni hambre.
13
Todos los profetas de Dios son pura palabrería;
en realidad no hablan de parte de él.
¡Que caigan sobre ellos mismos sus predicciones de desastre!”».
14
Por lo tanto, esto dice el Señor
Dios de los Ejércitos Celestiales:
«Debido a que mi pueblo habla de esta manera,
mis mensajes saldrán de tu boca como llamas de fuego
y quemarán al pueblo como si fuera leña.
15
Oh Israel, traeré una nación lejana contra ti,
—dice el Señor
—.
Es una nación poderosa,
una nación antigua,
un pueblo cuyo idioma desconoces,
cuya forma de hablar no entiendes.
16
Sus armas son mortíferas;
sus guerreros, poderosos.
17
Devorarán la comida de tu cosecha;
devorarán a tus hijos e hijas.
Devorarán tus rebaños y manadas;
devorarán tus uvas y tus higueras.
Y destruirán tus ciudades fortificadas
que consideras tan seguras.
18
»Sin embargo, aun en esos días, no te eliminaré por completo —dice el Señor
—.
19
Y cuando tu pueblo pregunte: “¿Por qué el Señor
nuestro Dios nos hizo todo esto?”, debes contestar: “Ustedes lo rechazaron y se entregaron a dioses extranjeros en su propia tierra. Ahora servirán a extranjeros en una tierra que a ustedes no les pertenece”.
20
Advertencia al pueblo de Dios
»Anuncien esto a Israel,
y díganselo a Judá:
21
“Escucha, gente necia y sin sentido común,
que tiene ojos que no ven,
y oídos que no oyen.
22
¿No me tienes respeto?
¿Por qué no tiemblas en mi presencia?
Yo, el Señor
, con la arena defino el límite del océano
como frontera eterna que las aguas no pueden cruzar.
Las olas pueden agitarse y rugir,
pero nunca podrán pasar los límites que establecí.
23
Sin embargo, mi pueblo tiene el corazón terco y rebelde;
se alejó y me abandonó.
24
No dicen de corazón:
“Vivamos con temor reverente ante el Señor
nuestro Dios,
porque nos da la lluvia cada primavera y otoño,
asegurándonos una cosecha en el tiempo apropiado”.
25
Su maldad les ha privado de estas maravillosas bendiciones;
su pecado les ha robado todas estas cosas buenas.
26
»Hay hombres perversos entre mi pueblo
que están al acecho de víctimas, como un cazador oculto en su escondite.
Continuamente ponen trampas
para atrapar a la gente.
27
Como una jaula llena de pájaros
sus casas están llenas de planes siniestros.
Ahora son poderosos y ricos.