23
Sin embargo, mi pueblo tiene el corazón terco y rebelde;
se alejó y me abandonó.
24
No dicen de corazón:
“Vivamos con temor reverente ante el Señor
nuestro Dios,
porque nos da la lluvia cada primavera y otoño,
asegurándonos una cosecha en el tiempo apropiado”.
25
Su maldad les ha privado de estas maravillosas bendiciones;
su pecado les ha robado todas estas cosas buenas.
26
»Hay hombres perversos entre mi pueblo
que están al acecho de víctimas, como un cazador oculto en su escondite.
Continuamente ponen trampas
para atrapar a la gente.
27
Como una jaula llena de pájaros
sus casas están llenas de planes siniestros.
Ahora son poderosos y ricos.
28
Están gordos y con aspecto saludable,
y sus obras de maldad no tienen límite.
Rehúsan dar justicia al huérfano
y le niegan los derechos al pobre.
29
¿No habría de castigarlos por esto? —dice el Señor
—.
¿No habría de vengarme de semejante nación?
30
Algo terrible y espantoso
ha sucedido en este país:
31
los profetas dan profecías falsas,
y los sacerdotes gobiernan con mano de hierro.
Peor todavía, ¡a mi pueblo le encanta que sea así!
Ahora bien, ¿qué harán ustedes cuando todo esto llegue a su fin?