10
¡Malditos los que se rehúsen a hacer el trabajo del Señor
,
los que retengan la espada del derramamiento de sangre!
11
»Desde sus comienzos Moab ha vivido en paz,
nunca ha ido al destierro.
Es como el vino que se ha dejado reposar.
No ha sido vertida de botella en botella,
por eso es fragante y suave.
12
Pero pronto se acerca el día —dice el Señor
—,
cuando enviaré hombres que la viertan de su vasija.
¡Verterán a Moab
y luego destrozarán la vasija!
13
Por fin Moab se avergonzará de su ídolo Quemos,
como el pueblo de Israel se avergonzó de su becerro de oro en Betel.
14
»Ustedes solían jactarse: “Nosotros somos héroes,
hombres valientes de guerra”.
15
Sin embargo, ahora Moab será destruida junto con sus ciudades.
Sus jóvenes más prometedores son condenados a la masacre,
—dice el Rey, cuyo nombre es el Señor
de los Ejércitos Celestiales—.
16
Pronto se acerca la destrucción de Moab;
se avecina una calamidad amenazante.
17
¡Amigos de Moab,
lloren y lamenten por esta nación!
¡Miren cómo se ha quebrado el cetro fuerte,
y se ha hecho pedazos el hermoso bastón!
18
»Bájense de su gloria
y siéntense en el polvo, gente de Dibón,
porque los que destruyan a Moab también harán pedazos a Dibón.
Ellos derribarán todas sus torres.
19
Habitantes de Aroer,
párense junto al camino y observen.
Griten a los que huyen de Moab:
“¿Qué sucedió allí?”.
20
»Y la contestación que reciben es:
“¡Moab queda en ruinas, deshonrada;
lloren y giman!
Anúncienlo en las orillas del río Arnón:
¡Moab ha sido destruida!”.