6
En la multitud había hombres, mujeres y niños, las hijas del rey y todos los que Nabuzaradán, capitán de la guardia, había dejado con Gedalías. El profeta Jeremías y Baruc también fueron incluidos.
7
El pueblo rehusó obedecer la voz del Señor
y se fue a Egipto hasta la ciudad de Tafnes.
8
En Tafnes, el Señor
le dio otro mensaje a Jeremías. Le dijo:
9
«A la vista de toda la gente de Judá, toma unas piedras grandes y entiérralas debajo de las piedras del pavimento a la entrada del palacio del faraón aquí en Tafnes.
10
Luego dile al pueblo de Judá: “Esto dice el Señor
de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: ‘Les aseguro que traeré a mi siervo Nabucodonosor,
rey de Babilonia, aquí a Egipto. Estableceré su trono sobre estas piedras que he escondido. Sobre ellas extenderá su dosel real
11
y cuando venga, destruirá la tierra de Egipto. Traerá muerte a los destinados a la muerte, cautiverio a los destinados al cautiverio y guerra a los destinados a la guerra.
12
Prenderá fuego a los templos de los dioses egipcios; quemará los templos y se llevará los ídolos como botín. Limpiará la tierra de Egipto como un pastor que limpia su manto de pulgas, pero él saldrá ileso.
13
Derribará las columnas sagradas que están en el templo al sol
en Egipto, y reducirá a cenizas los templos de los dioses de Egipto’”».