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Ebed-melec le gritó a Jeremías: «Ponte estos trapos debajo de tus axilas para protegerte de las sogas».
Cuando Jeremías estuvo listo,
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lo sacaron. Entonces regresaron a Jeremías al patio de la guardia —la prisión del palacio— y allí permaneció.
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Sedequías interroga a Jeremías
Cierto día, el rey Sedequías mandó llamar a Jeremías e hizo que lo llevaran a la tercera entrada del templo del Señor
.
—Quiero preguntarte algo —le dijo el rey—. Y no intentes ocultar la verdad.
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—Si te dijera la verdad, me matarías —contestó Jeremías—. Y si te diera un consejo, igual no me escucharías.
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Entonces el rey Sedequías le prometió en secreto:
—Tan cierto como que el Señor
nuestro Creador vive, no te mataré ni te entregaré en manos de los hombres que desean verte muerto.
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Entonces Jeremías le dijo a Sedequías:
—Esto dice el Señor
Dios de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: “Si te rindes a los oficiales babilónicos, tú y toda tu familia vivirán, y la ciudad no será incendiada;
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pero si rehúsas rendirte, ¡no escaparás! La ciudad será entregada en manos de los babilonios y la incendiarán hasta reducirla a cenizas”.
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—Pero tengo miedo de rendirme —dijo el rey—, porque los babilonios me pueden entregar a los judíos que desertaron para unirse a ellos. ¡Y quién sabe qué me harán!
20
—Si eliges obedecer al Señor
no serás entregado a ellos —contestó Jeremías—, sino que salvarás tu vida y todo te irá bien;
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pero si te niegas a rendirte, el Señor
me ha revelado lo siguiente:
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todas las mujeres que queden en el palacio serán sacadas y entregadas a los oficiales del ejército babilónico. Entonces las mujeres se mofarán de ti diciendo:
»“¡Qué buenos amigos tienes!
Te han traicionado y engañado.
¡Cuando tus pies se hundieron en el barro,
te abandonaron a tu suerte!”.