7
Quizá se aparten de sus malos caminos y antes de que sea demasiado tarde le pidan al Señor
que los perdone. Pues el Señor
los ha amenazado con su terrible enojo».
8
Baruc hizo lo que Jeremías le dijo y leyó al pueblo los mensajes del Señor
en el templo.
9
Lo hizo en un día de ayuno sagrado, celebrado a finales del otoño,
durante el quinto año del reinado de Joacim, hijo de Josías. Gente de toda Judá había venido a Jerusalén ese día para asistir a los servicios en el templo.
10
Baruc leyó al pueblo las palabras de Jeremías, escritas en el rollo. En el templo, se paró frente a la habitación de Gemarías, hijo de Safán, el secretario. Esa habitación estaba junto al atrio superior del templo, cerca de la entrada de la puerta Nueva.
11
Cuando Micaías, hijo de Gemarías y nieto de Safán, oyó los mensajes de parte del Señor
,
12
bajó a la sala del secretario en el palacio, donde estaban reunidos los funcionarios administrativos. Allí estaba el secretario Elisama junto con Delaía, hijo de Semaías; Elnatán, hijo de Acbor; Gemarías, hijo de Safán; Sedequías, hijo de Ananías y todos los demás funcionarios.
13
Cuando Micaías les contó acerca de los mensajes que Baruc leía al pueblo,
14
los funcionarios enviaron a Jehudí, hijo de Netanías, nieto de Selemías y bisnieto de Cusi, para pedirle a Baruc que también viniera a leerles los mensajes. Entonces Baruc tomó el rollo y se dirigió a ellos.
15
Los funcionarios le dijeron: «Siéntate y léenos el rollo». Entonces Baruc hizo lo que le pidieron.
16
Cuando oyeron todos los mensajes, se miraron unos a otros asustados.
—Tenemos que contarle al rey lo que hemos oído —le dijeron a Baruc—,
17
pero primero dinos cómo obtuviste estos mensajes. ¿Provinieron directamente de Jeremías?