2
«Toma un rollo y anota todos mis mensajes contra Israel, Judá y las demás naciones. Comienza con el primer mensaje allá por los tiempos de Josías y escribe todos los mensajes, hasta llegar al tiempo presente.
3
Quizá los habitantes de Judá se arrepientan cuando vuelvan a escuchar todas las cosas terribles que tengo pensadas para ellos. Entonces perdonaré sus pecados y maldades».
4
Así que Jeremías mandó llamar a Baruc, hijo de Nerías, y mientras Jeremías le dictaba todas las profecías que el Señor
le había dado, Baruc las escribía en un rollo.
5
Entonces Jeremías le dijo a Baruc: «Estoy preso aquí y no puedo ir al templo.
6
Así que en el próximo día de ayuno ve al templo y lee los mensajes de parte del Señor
que te he hecho escribir en este rollo. Léelos para que la gente de todo Judá que esté presente los escuche.
7
Quizá se aparten de sus malos caminos y antes de que sea demasiado tarde le pidan al Señor
que los perdone. Pues el Señor
los ha amenazado con su terrible enojo».
8
Baruc hizo lo que Jeremías le dijo y leyó al pueblo los mensajes del Señor
en el templo.
9
Lo hizo en un día de ayuno sagrado, celebrado a finales del otoño,
durante el quinto año del reinado de Joacim, hijo de Josías. Gente de toda Judá había venido a Jerusalén ese día para asistir a los servicios en el templo.
10
Baruc leyó al pueblo las palabras de Jeremías, escritas en el rollo. En el templo, se paró frente a la habitación de Gemarías, hijo de Safán, el secretario. Esa habitación estaba junto al atrio superior del templo, cerca de la entrada de la puerta Nueva.
11
Cuando Micaías, hijo de Gemarías y nieto de Safán, oyó los mensajes de parte del Señor
,
12
bajó a la sala del secretario en el palacio, donde estaban reunidos los funcionarios administrativos. Allí estaba el secretario Elisama junto con Delaía, hijo de Semaías; Elnatán, hijo de Acbor; Gemarías, hijo de Safán; Sedequías, hijo de Ananías y todos los demás funcionarios.