2
Alza tus ojos á los altos, y ve en qué lugar no te hayas publicado: para ellos te sentabas en los caminos, como Arabe en el desierto; y con tus fornicaciones y con tu malicia has contaminado la tierra.
3
Por esta causa las aguas han sido detenidas, y faltó la lluvia de la tarde; y has tenido frente de mala mujer, ni quisiste tener vergüenza.
4
A lo menos desde ahora, ¿no clamarás á mí, Padre mío, guiador de mi juventud?
5
¿Guardará su enojo para siempre? ¿eternalmente lo guardará? He aquí que has hablado y hecho cuantas maldades pudiste.
6
Y díjome Jehová en días del rey Josías: ¿Has visto lo que ha hecho la rebelde Israel? Vase ella sobre todo monte alto y debajo de todo árbol umbroso, y allí fornica.
7
Y dije después que hizo todo esto: Vuélvete á mí; mas no se volvió. Y vió la rebelde su hermana Judá.
8
Que yo lo había visto; que por todas estas causas en las cuales fornicó la rebelde Israel, yo la había despedido, y dádole la carta de su repudio; y no tuvo temor la rebelde Judá su hermana, sino que también fué ella y fornicó.
9
Y sucedió que por la liviandad de su fornicación la tierra fué contaminada, y adulteró con la piedra y con el leño.
10
Y con todo esto, la rebelde su hermana Judá no se tornó á mí de todo su corazón, sino mentirosamente, dice Jehová.
11
Y díjome Jehová: Justificado ha su alma la rebelde Israel en comparación de la desleal Judá.
12
Ve, y clama estas palabras hacia el aquilón, y di: Vuélvete, oh rebelde Israel, dice Jehová; no haré caer mi ira sobre vosotros: porque misericordioso soy yo, dice Jehová, no guardaré para siempre el enojo.