11
Pues esto dice el Señor
acerca de Joacaz,
quien sucedió en el trono a su padre, el rey Josías, y fue llevado cautivo: «Él nunca regresará.
12
Morirá en una tierra lejana y nunca más verá su propio país».
13
Mensaje acerca de Joacim
Y el Señor
dice: «¡Qué aflicción le espera a Joacim,
que edifica su palacio con trabajo forzado!
Construye las paredes a base de injusticia,
porque obliga a sus vecinos a trabajar,
y no les paga por su trabajo.
14
Dice: “Construiré un palacio magnífico
con habitaciones enormes y muchas ventanas.
Lo revestiré con cedro fragante
y lo pintaré de un rojo agradable”.
15
¡Pero un hermoso palacio de cedro no hace a un gran rey!
Josías, tu padre, también tenía mucha comida y bebida;
pero él era justo y recto en todo lo que hacía.
Por esa razón Dios lo bendijo.
16
Hizo justicia al pobre y al necesitado y los ayudó,
y le fue bien en todo.
¿No es eso lo que significa conocerme?
—dice el Señor
—.
17
¡Pero tú, solo tienes ojos para la avaricia y la deshonestidad!
Asesinas al inocente,
oprimes al pobre y reinas sin piedad».
18
Por lo tanto, esto dice el Señor
acerca de Joacim, hijo del rey Josías:
«El pueblo no llorará por él, lamentandose entre sí:
“¡Ay, mi hermano! ¡Ay, mi hermana!”.
Sus súbditos no llorarán por él, lamentando:
“¡Ay, nuestro amo ha muerto! ¡Ay, su esplendor se ha ido!”.
19
Será enterrado como un burro muerto:
¡arrastrado fuera de Jerusalén y arrojado fuera de las puertas!
20
Llora por tus aliados en el Líbano;
grita por ellos en Basán.
Búscalos en las regiones al oriente del río.
Mira, todos han sido destruidos.
No quedó nadie para ayudarte.
21
Te lo advertí cuando eras próspero
pero respondiste: “¡No me fastidies!”.
Has sido así desde tu niñez,
¡nunca me obedeces!