10
Yo soy el SEÑOR, que escudriño el corazón, que pruebo los riñones, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras
11
Como la perdiz que hurta lo que no parió, es el que allega riquezas, y no con justicia; en medio de sus días las dejará, y en su postrimería será incipiente
12
El trono de gloria, altura desde el principio, es el lugar de nuestra santificación
13
¡Oh esperanza de Israel! SEÑOR, todos los que te dejan, serán avergonzados; y los que de mí se apartan, serán escritos en el polvo; porque dejaron la vena de aguas vivas, al SEÑOR
14
Sáname, oh SEÑOR, y seré sano; sálvame, y seré salvo, porque tú eres mi alabanza
15
He aquí que ellos me dicen: ¿Dónde está la palabra del SEÑOR? Venga ahora
16
Mas yo no me entremetí a ser pastor en pos de ti, ni deseé día de calamidad, tú lo sabes. Lo que de mi boca ha salido, en tu presencia ha salido
17
No me seas tú por espanto; esperanza mía eres tú en el día malo
18
Avergüéncense los que me persiguen, y no me avergüence yo; asombrense ellos, y no me asombre yo; trae sobre ellos día malo, y quebrántalos con doble quebrantamiento
19
Así me dijo el SEÑOR: Ve, y ponte a la puerta de los hijos del pueblo, por la cual entran y salen los reyes de Judá, y a todas las puertas de Jerusalén
20
y diles: Oíd la palabra del SEÑOR, reyes de Judá, y todo Judá, y todos los moradores de Jerusalén que entráis por estas puertas