6
Mucho tiempo después, el Señor
me dijo: «Regresa al Éufrates y toma el calzoncillo que te dije que escondieras».
7
Así que fui al Éufrates y lo saqué del agujero donde lo había escondido, pero ahora estaba podrido y deshecho. El calzoncillo ya no servía para nada.
8
Entonces recibí este mensaje del Señor
:
9
«Así dice el Señor
: esto muestra cómo pudriré el orgullo de Judá y Jerusalén.
10
Esta gente malvada se niega a escucharme. Tercamente siguen sus propios deseos y rinden culto a otros dioses. Por lo tanto, se volverán como este calzoncillo, ¡no servirán para nada!
11
Tal como el calzoncillo se adhiere a la cintura del hombre, así he creado a Judá y a Israel para que se aferren a mí, dice el Señor
. Iban a ser mi pueblo, mi orgullo, mi gloria: un honor para mi nombre, pero no quisieron escucharme.
12
»Así que diles: “Esto dice el Señor
, Dios de Israel: ‘Que todas sus jarras sean llenas de vino’”. Ellos te contestarán: “¡Por supuesto, las jarras se hacen para llenarlas de vino!”.
13
»Luego diles: “No, esto es lo que quiere dar a entender el Señor
: ‘A todos los habitantes de esta tierra los llenaré de borrachera, desde el rey que se sienta en el trono de David, pasando por los sacerdotes y los profetas, hasta la gente común de Jerusalén.
14
Los estrellaré el uno contra el otro, aun los padres contra los hijos, dice el Señor
. No permitiré que mi lástima ni mi misericordia ni mi compasión me impidan destruirlos’”».
15
Advertencia contra el orgullo
¡Escuchen y presten atención!
No sean arrogantes, porque el Señor
ha hablado.
16
Den gloria al Señor
su Dios
antes de que sea demasiado tarde.
Reconózcanlo antes de que él traiga oscuridad sobre ustedes,
la cual hace que tropiecen y caigan en las montañas sombrías.
Pues entonces, cuando busquen luz,
solo encontrarán terrible oscuridad y tinieblas.
17
Y si todavía se rehúsan a escuchar,
lloraré a solas a causa de su orgullo.
Mis ojos no podrán contener las lágrimas
porque el rebaño del Señor
será llevado al destierro.
18
Diles al rey y a su madre:
«Desciendan de sus tronos
y siéntense en el polvo,
porque sus coronas gloriosas
pronto serán arrebatadas de su cabeza».
19
Las ciudades del Neguev cerrarán sus puertas
y nadie será capaz de abrirlas.
La gente de Judá será llevada cautiva;
todos serán llevados al destierro.
20
¡Abran sus ojos y vean los ejércitos
que bajan marchando desde el norte!
¿Dónde está tu rebaño
—tu hermoso rebaño—
que él te encargó cuidar?
21
¿Qué dirás cuando el Señor
tome a los aliados con los que cultivaste una relación
y los designe como tus gobernantes?
¡Se apoderarán de ti punzadas de angustia
como una mujer en dolores de parto!
22
Quizá te preguntes:
«¿Por qué me sucede todo esto?».
¡Se debe a tus muchos pecados!
Por eso los ejércitos invasores
te desnudaron y te violaron.
23
¿Acaso puede un etíope
cambiar el color de su piel?
¿Puede un leopardo quitarse sus manchas?
Tampoco ustedes pueden comenzar a hacer el bien
porque siempre han hecho lo malo.
24
«Los dispersaré como la paja
que es arrastrada por el viento del desierto.
25
Esta es tu asignación,
la porción que te he dado —dice el Señor
—,
porque ustedes me han olvidado
y han puesto su confianza en dioses falsos.
26
Yo mismo te desnudaré
y te expondré a la vergüenza.
27
He visto tu adulterio y tu pasión sexual,
y tu asquerosa adoración de ídolos en los campos y sobre las colinas.
¡Qué aflicción te espera, Jerusalén!
¿Cuánto falta para que seas pura?».