22
Y si dices en tu corazón: "¿Por qué me han sucedido estas cosas?" Por la magnitud de tu iniquidad te han quitado las faldas y descubierto tus calcañares.
23
¿Puede el etíope mudar su piel, o el leopardo sus manchas? Así vosotros, ¿podréis hacer el bien estando acostumbrados a hacer el mal?
24
Por tanto, os esparciré como paja arrastrada por el viento del desierto.
25
Esta es tu suerte, la porción que ya he medido para ti declara el SEÑOR porque me has olvidado, y has confiado en la mentira.
26
Por lo cual yo también te levantaré las faldas sobre tu rostro, para que se vea tu verguenza.
27
En tus adulterios y en tus relinchos, en la bajeza de tu prostitución sobre las colinas del campo, he visto tus abominaciones. ¡Ay de ti, Jerusalén! ¿Hasta cuándo seguirás sin purificarte?