5
Mi misericordia y mi justicia ya se acercan,
mi salvación viene en camino;
mi brazo fuerte hará justicia a las naciones.
Las tierras lejanas me buscarán
y con esperanza aguardarán mi brazo poderoso.
6
Levanten los ojos a los altos cielos
y miren la tierra abajo.
Pues los cielos desaparecerán como humo
y la tierra se gastará como una prenda de vestir.
Los habitantes de la tierra morirán como moscas,
pero mi salvación permanece para siempre;
mi reinado de justicia nunca tendrá fin.
7
»Escúchenme, ustedes que distinguen entre lo bueno y lo malo,
ustedes que atesoran mi ley en el corazón.
No teman las burlas de la gente,
ni tengan miedo de sus insultos.
8
Pues la polilla los devorará a ellos como devora la ropa
y el gusano los comerá como se come la lana.
Pero mi justicia permanecerá para siempre;
mi salvación continuará de generación en generación».
9
¡Despierta, oh Señor
, despierta! ¡Vístete de fuerza!
¡Mueve tu poderoso brazo derecho!
Levántate como en los días de antaño,
cuando mataste a Egipto, al dragón del Nilo.
10
¿Acaso no eres el mismo hoy,
el que secó el mar,
haciendo un camino en las profundidades
para que tu pueblo pudiera escapar y cruzar al otro lado?
11
Regresarán los que fueron rescatados por el Señor
y entrarán cantando a Jerusalén,
coronados de alegría eterna.
Desaparecerán el dolor y el luto
y estarán llenos de gozo y de alegría.
12
«Yo, sí, yo soy quien te consuela.
Entonces, ¿por qué les temes a simples seres humanos
que se marchitan como la hierba y desaparecen?
13
Sin embargo, has olvidado al Señor
, tu Creador,
el que extendió el cielo como un dosel
y puso los cimientos de la tierra.
¿Vivirás en constante terror de los opresores humanos?
¿Seguirás temiendo el enojo de tus enemigos?
¿Dónde están ahora su furia y su enojo?
¡Han desaparecido!
14
Pronto quedarán libres los cautivos.
¡La prisión, el hambre y la muerte no serán su destino!
15
Pues yo soy el Señor
tu Dios,
que agito el mar haciendo que rujan las olas.
Mi nombre es Señor
de los Ejércitos Celestiales.
16
Y he puesto mis palabras en tu boca
y te he escondido a salvo dentro de mi mano.
Yo extendí
el cielo como un dosel
y puse los cimientos de la tierra.
Yo soy el que le dice a Israel:
“¡Tú eres mi pueblo!”».
17
¡Despierta, oh Jerusalén, despierta!
Has bebido la copa de la furia del Señor
.
Has bebido la copa del terror,
la has vaciado hasta la última gota.
18
Ni uno de tus hijos queda con vida
para tomarte de la mano y guiarte.
19
Estas dos calamidades te han ocurrido:
la desolación y la destrucción, el hambre y la guerra.
Y ¿quién ha quedado para compadecerse de ti?
¿Quién ha quedado para consolarte?
20
Pues tus hijos se han desmayado y yacen en las calles,
tan indefensos como antílopes atrapados en una red.
El Señor
ha derramado su furia;
Dios los ha reprendido.
21
Pero ahora escuchen esto, ustedes los afligidos,
que están completamente borrachos,
aunque no por haber bebido vino.
22
Esto dice el Señor
Soberano,
su Dios y Defensor:
«Miren, yo les quité de las manos la copa aterradora;
ya no beberán más de mi furia.
23
En cambio, entregaré esa copa a quienes los atormentan,
a los que dijeron: “Los pisotearemos en el polvo
y caminaremos sobre sus espaldas”».