4
«Escúchame, pueblo mío;
óyeme, Israel,
porque mi ley será proclamada
y mi justicia llegará a ser una luz para las naciones.
5
Mi misericordia y mi justicia ya se acercan,
mi salvación viene en camino;
mi brazo fuerte hará justicia a las naciones.
Las tierras lejanas me buscarán
y con esperanza aguardarán mi brazo poderoso.
6
Levanten los ojos a los altos cielos
y miren la tierra abajo.
Pues los cielos desaparecerán como humo
y la tierra se gastará como una prenda de vestir.
Los habitantes de la tierra morirán como moscas,
pero mi salvación permanece para siempre;
mi reinado de justicia nunca tendrá fin.
7
»Escúchenme, ustedes que distinguen entre lo bueno y lo malo,
ustedes que atesoran mi ley en el corazón.
No teman las burlas de la gente,
ni tengan miedo de sus insultos.
8
Pues la polilla los devorará a ellos como devora la ropa
y el gusano los comerá como se come la lana.
Pero mi justicia permanecerá para siempre;
mi salvación continuará de generación en generación».
9
¡Despierta, oh Señor
, despierta! ¡Vístete de fuerza!
¡Mueve tu poderoso brazo derecho!
Levántate como en los días de antaño,
cuando mataste a Egipto, al dragón del Nilo.
10
¿Acaso no eres el mismo hoy,
el que secó el mar,
haciendo un camino en las profundidades
para que tu pueblo pudiera escapar y cruzar al otro lado?
11
Regresarán los que fueron rescatados por el Señor
y entrarán cantando a Jerusalén,
coronados de alegría eterna.
Desaparecerán el dolor y el luto
y estarán llenos de gozo y de alegría.
12
«Yo, sí, yo soy quien te consuela.
Entonces, ¿por qué les temes a simples seres humanos
que se marchitan como la hierba y desaparecen?
13
Sin embargo, has olvidado al Señor
, tu Creador,
el que extendió el cielo como un dosel
y puso los cimientos de la tierra.
¿Vivirás en constante terror de los opresores humanos?
¿Seguirás temiendo el enojo de tus enemigos?
¿Dónde están ahora su furia y su enojo?
¡Han desaparecido!
14
Pronto quedarán libres los cautivos.
¡La prisión, el hambre y la muerte no serán su destino!