1
Esto dice el Señor
:
«¿Despedí a la madre de ustedes porque me divorcié de ella?
¿Los vendí a ustedes como esclavos a mis acreedores?
No, fueron vendidos a causa de sus propios pecados;
su madre también fue llevada a causa de los pecados de ustedes.
2
¿Por qué no había nadie cuando vine?
¿Por qué nadie respondió cuando llamé?
¿Se debe a que no tengo poder para rescatar?
¡No, no es esa la razón!
¡Pues yo puedo hablarle al mar y hacer que se seque!
Puedo convertir los ríos en desiertos llenos de peces muertos.
3
Yo soy quien viste de tinieblas los cielos,
y los cubro con ropajes de luto».
4
El Siervo obediente del Señor
El Señor
Soberano me ha dado sus palabras de sabiduría,
para que yo sepa consolar a los fatigados.
Mañana tras mañana me despierta
y me abre el entendimiento a su voluntad.
5
El Señor
Soberano me habló,
y yo lo escuché;
no me he rebelado, ni me he alejado.
6
Les ofrecí la espalda a quienes me golpeaban
y las mejillas a quienes me tiraban de la barba;
no escondí el rostro
de las burlas y los escupitajos.
7
Debido a que el Señor
Soberano me ayuda,
no seré avergonzado.
Por lo tanto, he puesto el rostro como una piedra,
decidido a hacer su voluntad.
Y sé que no pasaré vergüenza.
8
El que me hace justicia está cerca.
Ahora, ¿quién se atreverá a presentar cargos en mi contra?
¿Dónde están mis acusadores?
¡Que se presenten!
9
Miren, el Señor
Soberano está de mi lado.
¿Quién me declarará culpable?
Todos mis enemigos serán destruidos
como ropa vieja que ha sido comida por la polilla.