6
Él dice: «Harás algo más que devolverme al pueblo de Israel.
Yo te haré luz para los gentiles,
y llevarás mi salvación a los confines de la tierra».
7
El Señor
, el Redentor
y Santo de Israel,
le dice al que es despreciado y rechazado por las naciones,
al que es el siervo de los gobernantes:
«Los reyes se pondrán en posición de firmes cuando tú pases.
Los príncipes se inclinarán hasta el suelo
por causa del Señor
, el fiel,
el Santo de Israel, que te ha escogido».
8
Promesas de restauración para Israel
Esto dice el Señor
:
«En el momento preciso te responderé;
en el día de salvación te ayudaré.
Te protegeré y te daré a las naciones
para que seas mi pacto con ellas.
Por medio de ti restableceré la tierra de Israel
y la devolveré a su propio pueblo.
9
Les diré a los prisioneros: “Salgan en libertad”,
y a los que están en tinieblas: “Vengan a la luz”.
Ellos serán mis ovejas, que se apacentarán en pastos verdes
y en colinas que antes estaban desiertas.
10
No tendrán hambre ni sed
y el sol ardiente ya no los alcanzará.
Pues el Señor
en su misericordia los guiará;
los guiará junto a aguas frescas.
11
Y convertiré mis montes en senderos llanos para ellos.
Las carreteras se levantarán por encima de los valles.
12
¡Miren! Mi pueblo regresará desde muy lejos;
desde tierras del norte y del occidente,
y desde tan al sur como Egipto».
13
¡Oh, cielos, canten de alegría!
¡Oh, tierra, gózate!
¡Oh montes, prorrumpan en cantos!
Pues el Señor
ha consolado a su pueblo
y le tendrá compasión en medio de su sufrimiento.
14
Sin embargo, Jerusalén
dice: «El Señor
me ha abandonado;
el Señor me ha olvidado».
15
«¡Jamás! ¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho?
¿Puede no sentir amor por el niño al que dio a luz?
Pero aun si eso fuera posible,
yo no los olvidaría a ustedes.
16
Mira, he escrito tu nombre en las palmas de mis manos.
En mi mente siempre está la imagen de las murallas de Jerusalén convertidas en ruinas.