2
aunque te llamas a ti misma la ciudad santa
y dices que confías en el Dios de Israel,
cuyo nombre es el Señor
de los Ejércitos Celestiales.
3
Hace mucho tiempo te dije lo que iba a suceder.
Entonces, de repente entré en acción
y todas mis predicciones se hicieron realidad.
4
Pues yo sé lo terca y obstinada que eres;
tu cuello es tan inflexible como el hierro
y tu cabeza es tan dura como el bronce.
5
Por eso te dije lo que iba a suceder;
te anuncié de antemano lo que iba a hacer.
Así nunca podrías decir: “Mis ídolos lo hicieron;
mi imagen de madera y mi dios de metal ordenaron que sucediera”.
6
Oíste mis predicciones y las viste cumplidas,
pero te niegas a admitirlo.
Ahora te diré cosas nuevas,
cosas secretas que aún no has oído.
7
Son totalmente nuevas; no son del pasado.
Así que no podrás decir: “¡Eso ya lo sabíamos!”.
8
»Sí, te diré cosas completamente nuevas;
cosas que nunca antes habías oído.
Pues conozco muy bien lo traidora que eres;
fuiste rebelde desde tu nacimiento.
9
Sin embargo, por el amor y la honra de mi nombre,
contendré mi enojo y no te aniquilaré.
10
Te he refinado, pero no como se refina la plata;
más bien te he refinado en el horno del sufrimiento.
11
Te rescataré por amor de mí;
sí, por amor de mí mismo.
No permitiré que se manche mi reputación,
ni compartiré mi gloria con los ídolos.
12
Liberados de Babilonia
»Escúchame, oh familia de Jacob,
¡Israel, mi escogido!
Solo yo soy Dios,
el Primero y el Último.
13
Fue mi mano la que puso los cimientos de la tierra,
mi mano derecha la que extendió los cielos en las alturas.
Cuando llamo a las estrellas para que salgan,
aparecen todas en orden».
14
¿Alguna vez te ha dicho esto uno de tus ídolos?
Vengan, todos ustedes, y escuchen:
El Señor
ha escogido a Ciro como su aliado;
lo usará para poner fin al imperio de Babilonia
y para destruir a los ejércitos babilónicos.
15
«Lo he dicho: ¡Llamo a Ciro!
Lo enviaré a cumplir este encargo y lo ayudaré para que triunfe.
16
Acérquense y escuchen esto:
desde el principio les he dicho con claridad lo que sucedería».
Ahora, el Señor
Soberano y su Espíritu
me han enviado con este mensaje.
17
Esto dice el Señor
,
tu Redentor, el Santo de Israel:
«Yo soy el Señor
tu Dios,
que te enseña lo que te conviene
y te guía por las sendas que debes seguir.
18
¡Ah, si solo hubieras hecho caso a mis mandatos!
Entonces habrías tenido una paz que correría como un río manso
y una justicia que pasaría sobre ti como las olas del mar.
19
Tus descendientes habrían sido como la arena del mar,
¡imposibles de contar!
No habría sido necesario destruirte
ni cortar el nombre de tu familia».
20
Sin embargo, incluso ahora, ¡sean libres de su cautiverio!
Salgan de Babilonia y de los babilonios.
¡Canten este mensaje!
Grítenlo hasta los extremos de la tierra.
El Señor
ha redimido a sus siervos:
a los del pueblo de Israel.
21
No tuvieron sed
cuando él los guió a través del desierto.
Él partió la roca,
y brotó agua a chorros para que bebieran.
22
«Pero no hay paz para los malvados»,
dice el Señor
.