8
»Ábranse, oh cielos,
y derramen su justicia.
Que la tierra se abra de par en par,
para que broten juntas la salvación y la justicia.
Yo, el Señor
, las he creado.
9
»¡Qué aflicción espera a los que discuten con su Creador!
¿Acaso discute la olla de barro con su hacedor?
¿Reprocha el barro al que le da forma diciéndole:
“¡Detente, lo estás haciendo mal!”?
¿Exclama la olla:
“¡Qué torpe eres!”?
10
¡Qué terrible sería si un recién nacido le dijera a su padre:
“¿Por qué nací?”
o le dijera a su madre:
“¿Por qué me hiciste así?”!».
11
Esto dice el Señor
,
el Santo de Israel, tu Creador:
«¿Pones en tela de juicio lo que hago por mis hijos?
¿Acaso me das órdenes acerca de la obra de mis manos?
12
Yo soy el que hizo la tierra
y creó a la gente para que viviera en ella.
Con mis manos extendí los cielos;
todas las estrellas están a mis órdenes.
13
Levantaré a Ciro para que cumpla mi propósito justo,
y guiaré sus acciones.
Él restaurará mi ciudad y pondrá en libertad a mi pueblo cautivo,
¡sin buscar recompensa!
¡Yo, el Señor
de los Ejércitos Celestiales, he hablado!».
14
Futura conversión de los gentiles
Esto dice el Señor
:
«Gobernarás a los egipcios,
a los etíopes
y a los sabeos.
Ellos acudirán a ti con toda su mercancía,
y toda ella te pertenecerá.
Te seguirán como prisioneros encadenados
y caerán de rodillas ante ti y dirán:
“Dios está contigo y él es el único Dios,
no hay otro”».
15
Verdaderamente, oh Dios de Israel, Salvador nuestro,
tú obras de manera misteriosa.
16
Los artesanos que hacen ídolos serán humillados;
todos serán avergonzados.
17
Pero el Señor
salvará al pueblo de Israel
con salvación eterna;
por los siglos de los siglos,
nunca más será humillado ni avergonzado.
18
Pues el Señor
es Dios;
él creó los cielos y la tierra
y puso todas las cosas en su lugar.
Él hizo el mundo para ser habitado,
no para que fuera un lugar vacío y de caos.
«Yo soy el Señor
—afirma—,
y no hay otro.