18
Pues el Señor
es Dios;
él creó los cielos y la tierra
y puso todas las cosas en su lugar.
Él hizo el mundo para ser habitado,
no para que fuera un lugar vacío y de caos.
«Yo soy el Señor
—afirma—,
y no hay otro.
19
Yo proclamo firmes promesas en público;
no susurro cosas oscuras en algún rincón escondido.
No le habría dicho al pueblo de Israel
que me buscara
si no fuera posible encontrarme.
Yo, el Señor
, solo digo la verdad,
y solo declaro lo correcto.
20
»Reúnanse y vengan,
fugitivos de las naciones vecinas.
¡Qué necios son los que llevan consigo sus ídolos de madera
y dirigen sus oraciones a dioses que no pueden salvarlos!
21
Consulten entre ustedes, defiendan su causa;
reúnanse y resuelvan qué decir.
¿Quién dio a conocer estas cosas desde hace mucho?
¿Cuál de los ídolos alguna vez les dijo que iban a suceder?
¿Acaso no fui yo, el Señor
?
Pues no hay otro dios aparte de mí,
un Dios justo y Salvador;
fuera de mí no hay otro.
22
¡Que todo el mundo me busque para la salvación!,
porque yo soy Dios; no hay otro.
23
He jurado por mi propio nombre;
he dicho la verdad
y no faltaré a mi palabra:
toda rodilla se doblará ante mí,
y toda lengua me confesará su lealtad».
24
La gente declarará:
«El Señor
es la fuente de mi justicia y de mi fortaleza».
Y todos los que estaban enojados con él,
se le acercarán y quedarán avergonzados.
25
En el Señor
, todas las generaciones de Israel serán justificadas,
y en él se enorgullecerán.