4
Entregué a otros a cambio de ti.
Cambié la vida de ellos por la tuya,
porque eres muy precioso para mí.
Recibes honra, y yo te amo.
5
»No tengas miedo, porque yo estoy contigo.
Te reuniré a ti y a tus hijos del oriente y del occidente.
6
Les diré al norte y al sur:
“Traigan a mis hijos e hijas de regreso a Israel
desde los rincones más lejanos de la tierra.
7
Traigan a todo el que me reconoce como su Dios,
porque yo los he creado para mi gloria.
Fui yo quien los formé”».
8
Saquen a la gente que tiene ojos pero está ciega;
que tiene oídos pero está sorda.
9
¡Reúnan a las naciones!
¡Convoquen a los pueblos del mundo!
¿Cuál de sus ídolos acaso predijo cosas semejantes?
¿Cuál de ellos puede predecir lo que sucederá mañana?
¿Dónde están los testigos de tales predicciones?
¿Quién puede comprobar que han dicho la verdad?
10
«Pero tú eres mi testigo, Israel —dice el Señor
—,
tú eres mi siervo.
Tú has sido escogido para conocerme, para creer en mí
y comprender que solo yo soy Dios.
No hay otro Dios;
nunca lo hubo y nunca lo habrá.
11
Yo, sí, yo soy el Señor
,
y no hay otro Salvador.
12
Primero predije tu rescate,
y después te salvé y lo proclamé ante el mundo.
Ningún dios extranjero jamás lo ha hecho.
Tú, Israel, eres testigo de que yo soy el único Dios
—dice el Señor
—.
13
Desde la eternidad y hasta la eternidad, yo soy Dios.
No hay quien pueda arrebatar a nadie de mi mano;
nadie puede deshacer lo que he hecho».
14
Victoria prometida por el Señor
Esto dice el Señor
, tu Redentor, el Santo de Israel:
«Por tu bien, enviaré un ejército contra Babilonia
y obligaré a los babilonios
a huir en esos barcos de los que están tan orgullosos.