5
Las tierras más allá del mar observan con temor;
las tierras lejanas tiemblan y se movilizan para la guerra.
6
Los fabricantes de ídolos se alientan unos a otros
y se dicen: «¡Sé fuerte!».
7
El escultor anima al orfebre,
y el que hace moldes colabora en el yunque.
«Muy bien —dicen—, está quedando bien».
Con cuidado juntan las piezas,
después sujetan el ídolo para que no se caiga.
8
«Pero en cuanto a ti, Israel, mi siervo,
Jacob, a quien he escogido,
descendiente de mi amigo Abraham,
9
te he llamado desde los confines de la tierra,
diciéndote: “Eres mi siervo”.
Pues te he escogido
y no te desecharé.
10
No tengas miedo, porque yo estoy contigo;
no te desalientes, porque yo soy tu Dios.
Te daré fuerzas y te ayudaré;
te sostendré con mi mano derecha victoriosa.
11
»¿Ves? Todos tus furiosos enemigos están allí tendidos,
confundidos y humillados.
Todo el que se te oponga morirá
y quedará en la nada.
12
Buscarás en vano
a los que trataron de conquistarte.
Los que te ataquen
quedarán en la nada.
13
Pues yo te sostengo de tu mano derecha;
yo, el Señor
tu Dios.
Y te digo:
“No tengas miedo, aquí estoy para ayudarte.
14
Aunque seas un humilde gusano, oh Jacob,
no tengas miedo, pueblo de Israel, porque yo te ayudaré.
Yo soy el Señor
, tu Redentor.
Yo soy el Santo de Israel”.
15
Serás un nuevo instrumento para trillar,
con muchos dientes afilados.
Despedazarás a tus enemigos,
convirtiendo a los montes en paja.