2
Tú conviertes ciudades poderosas en montones de ruinas;
ciudades con murallas fuertes se convierten en escombros.
Hermosos palacios en tierras lejanas desaparecen
y jamás serán reconstruidos.
3
Por lo tanto, naciones fuertes proclamarán tu gloria;
naciones despiadadas te temerán.
4
Oh Señor
, tú eres una torre de refugio para los pobres,
una torre de refugio para los necesitados en su angustia.
Eres refugio de la tempestad
y amparo del calor.
Pues los actos opresivos de la gente despiadada
son como una tormenta que azota los muros,
5
o como el calor implacable del desierto.
Sin embargo, tú haces callar el rugido de las naciones extranjeras.
Como la sombra de una nube aplaca el incesante calor,
tú silencias las canciones vanidosas de la gente despiadada.
6
En Jerusalén,
el Señor
de los Ejércitos Celestiales
preparará un maravilloso banquete
para toda la gente del mundo.
Será un banquete delicioso
con vino añejo y carne de primera calidad.
7
Allí él quitará la nube de tristeza,
la sombra de muerte que cubre la tierra.
8
¡Él devorará a la muerte para siempre!
El Señor
Soberano secará todas las lágrimas
y quitará para siempre los insultos y las burlas
contra su tierra y su pueblo.
¡El Señor
ha hablado!
9
En aquel día, la gente proclamará:
«¡Este es nuestro Dios!
¡Confiamos en él, y él nos salvó!
Este es el Señor
en quien confiamos.
¡Alegrémonos en la salvación que nos trae!».
10
Pues la mano de bendición del Señor
descansará sobre Jerusalén.
Moab, en cambio, será aplastado;
será como la paja pisoteada y abandonada para que se pudra.
11
Dios echará hacia abajo al pueblo de Moab
como el nadador empuja hacia abajo el agua con las manos.
Pondrá fin a su orgullo
y a todas sus malas acciones.
12
Las altas murallas de Moab serán demolidas;
derribadas al suelo,
echadas al polvo.