5
La tierra sufre por los pecados de sus habitantes,
porque han torcido las instrucciones de Dios,
han violado sus leyes
y quebrantado su pacto eterno.
6
Por lo tanto, una maldición consume la tierra;
sus habitantes tienen que pagar el precio por su pecado.
El fuego los destruye,
y solo unos cuantos quedan con vida.
7
Las vides se marchitan,
y no hay vino nuevo;
todos los parranderos suspiran y se lamentan.
8
Se ha callado el alegre sonido de las panderetas;
ya no se escuchan los felices gritos de celebración
y las melodiosas cuerdas del arpa están silenciosas.
9
Se han acabado los placeres del vino y del canto;
las bebidas alcohólicas se vuelven amargas en la boca.
10
La ciudad se retuerce en el caos;
todas las casas están cerradas con llave para que no entren intrusos.
11
Se reúnen las turbas en las calles, clamando por vino;
el gozo se ha convertido en tristeza
y la alegría ha sido expulsada de la tierra.
12
La ciudad ha quedado en ruinas;
sus puertas echadas abajo.
13
Es lo mismo en toda la tierra,
solo queda un remanente,
como las aceitunas sueltas que quedan en el olivo
o las pocas uvas que quedan en la vid después de la cosecha.
14
Pero los que quedaron, gritan y cantan de alegría;
los del occidente alaban la majestad del Señor
.
15
En las tierras del oriente, denle gloria al Señor
;
en las tierras más allá del mar, alaben el nombre del Señor
, Dios de Israel.