3
El estómago me duele y me arde de dolor;
me dominan agudas punzadas de angustia,
como las de una mujer en parto.
Me desmayo cuando oigo lo que Dios se propone hacer:
tengo demasiado miedo para mirar.
4
La cabeza me da vueltas y se me acelera el corazón;
anhelaba que llegara la noche,
pero ahora la oscuridad me da terror.
5
¡Miren! Están preparando un gran banquete;
están extendiendo alfombras para que la gente se siente.
Todos comen y beben.
Pero ¡rápido!, tomen los escudos y prepárense para la batalla.
¡Los están atacando!
6
Mientras tanto, el Señor me dijo:
«Pon un centinela sobre la muralla de la ciudad;
que advierta a gritos lo que ve.
7
Deberá estar atento por carros de guerra
tirados por un par de caballos,
y jinetes sobre burros y camellos.
Que el centinela esté bien alerta».
8
Luego el centinela
gritó:
«Día tras día me he mantenido de pie sobre la torre de vigilancia, mi señor;
noche tras noche he permanecido en mi puesto.
9
Y ahora, por fin, ¡mire!
¡Ahí viene un hombre en un carro de guerra
con un par de caballos!».
Entonces el centinela dijo:
«¡Ha caído Babilonia, ha caído!
¡Todos los ídolos de Babilonia
yacen en el suelo, hechos pedazos!».
10
Pueblo mío, trillado y aventado,
te he transmitido todo lo que el Señor
de los Ejércitos Celestiales dijo;
todo lo que me ha dicho el Dios de Israel.
11
Mensaje acerca de Edom
Este es el mensaje que recibí acerca de Edom:
Alguien de Edom
sigue llamándome:
«Centinela, ¿cuánto falta para la mañana?
¿Cuándo se acabará la noche?».
12
El centinela contesta:
«Ya llega la mañana, pero pronto volverá la noche.
Si quieres preguntar otra vez, entonces regresa y pregunta».
13
Mensaje acerca de Arabia
Este es el mensaje que recibí acerca de Arabia:
Oh caravanas de Dedán,
escóndanse en los desiertos de Arabia.