4
¡Oigan el ruido que hay en los montes!
¡Escuchen, mientras marchan los enormes ejércitos!
Es el ruido y el griterío de muchas naciones.
El Señor
de los Ejércitos Celestiales ha convocado a este ejército.
5
Vienen desde países distantes,
desde más allá de los horizontes lejanos.
Son las armas del Señor
para descargar su enojo;
con ellas destruirá toda la tierra.
6
Griten de terror, porque ha llegado el día del Señor
,
el momento para que el Todopoderoso destruya.
7
Todos los brazos están paralizados de temor,
cada corazón se derrite
8
y todos se aterran.
Les sobrevendrán punzadas de angustia,
como las de una mujer que está de parto.
Se miran unos a otros sin poder hacer nada,
con el rostro encendido de miedo.
9
Pues miren, el día del Señor
ya viene,
el día terrible de su furia y de su ira feroz.
La tierra quedará desolada,
y con ella los pecadores serán destruidos.
10
Los cielos se pondrán negros sobre ellos;
las estrellas no darán luz.
El sol estará oscuro cuando salga
y la luna no iluminará.
11
«Yo, el Señor
, castigaré al mundo por su maldad
y a los perversos por su pecado.
Aplastaré la arrogancia de los soberbios
y humillaré el orgullo de los poderosos.
12
Haré que la gente sea más escasa que el oro;
más escasa que el oro fino de Ofir.
13
Pues sacudiré los cielos
y la tierra se saldrá de su lugar
cuando el Señor
de los Ejércitos Celestiales manifieste su furor
en el día de su ira feroz».
14
En Babilonia todos correrán como gacelas perseguidas,
como ovejas sin pastor.
Intentarán encontrar a los suyos
y huir a su propia tierra.