8 Así que hubo mucha alegría en esa ciudad.
9 Un hombre llamado Simón, quien por muchos años había sido hechicero allí, asombraba a la gente de Samaria y decía ser alguien importante.
10 Todos, desde el más pequeño hasta el más grande, a menudo se referían a él como «el Grande, el Poder de Dios».
11 Lo escuchaban con atención porque, por mucho tiempo, él los había maravillado con su magia.
12 Pero ahora la gente creyó el mensaje de Felipe sobre la Buena Noticia acerca del reino de Dios y del nombre de Jesucristo. Como resultado, se bautizaron muchos hombres y mujeres.
13 Luego el mismo Simón creyó y fue bautizado. Comenzó a seguir a Felipe a todos los lugares adonde él iba y estaba asombrado por las señales y los grandes milagros que Felipe hacía.
14 Cuando los apóstoles de Jerusalén oyeron que la gente de Samaria había aceptado el mensaje de Dios, enviaron a Pedro y a Juan allá.
15 En cuanto ellos llegaron, oraron por los nuevos creyentes para que recibieran el Espíritu Santo.
16 El Espíritu Santo todavía no había venido sobre ninguno de ellos porque solo habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús.
17 Entonces Pedro y Juan impusieron sus manos sobre esos creyentes, y recibieron el Espíritu Santo.
18 Cuando Simón vio que el Espíritu se recibía cuando los apóstoles imponían sus manos sobre la gente, les ofreció dinero para comprar ese poder.
19 —Déjenme tener este poder también —exclamó—, para que, cuando yo imponga mis manos sobre las personas, ¡reciban el Espíritu Santo!
20 Pedro le respondió:
—¡Que tu dinero se destruya junto contigo por pensar que es posible comprar el don de Dios!
21 Tú no tienes parte ni derecho en esto porque tu corazón no es recto delante de Dios.
22 Arrepiéntete de tu maldad y ora al Señor. Tal vez él perdone tus malos pensamientos,
23 porque puedo ver que estás lleno de una profunda envidia y que el pecado te tiene cautivo.
24 —¡Oren al Señor por mí! —exclamó Simón—. ¡Que no me sucedan estas cosas terribles que has dicho!
25 Después de dar testimonio y predicar la palabra del Señor en Samaria, Pedro y Juan regresaron a Jerusalén. Por el camino, se detuvieron en muchas aldeas samaritanas para predicar la Buena Noticia.
26 Felipe y el eunuco etíope
En cuanto a Felipe, un ángel del Señor le dijo: «Ve al sur
por el camino del desierto que va de Jerusalén a Gaza».
27 Entonces él emprendió su viaje y se encontró con el tesorero de Etiopía, un eunuco de mucha autoridad bajo el mando de Candace, la reina de Etiopía. El eunuco había ido a Jerusalén a adorar
28 y ahora venía de regreso. Sentado en su carruaje, leía en voz alta el libro del profeta Isaías.

La Biblia de las Américas (Español) BLA

Hechos 8:8 Y había gran regocijo en aquella ciudad.

English Standard Version ESV

Acts 8:8 So there was much joy in that city.

La Biblia del Jubileo 2000 JBS

Hechos 8:8 así que había gran gozo en aquella ciudad

King James Version KJV

New King James Version NKJV

Acts 8:8 And there was great joy in that city.

Nueva Versión Internacional NVI

Hechos 8:8 Y aquella ciudad se llenó de alegría.

La Biblia Reina-Valera (Español) RVR

Hechos 8:8 Así que había gran gozo en aquella ciudad.

Sagradas Escrituras (1569) (Español) SEV

Hechos 8:8 así que había gran gozo en aquella ciudad.

Herramientas de Estudio para Hechos 8:8-28