13
Los miembros del Concilio quedaron asombrados cuando vieron el valor de Pedro y de Juan, porque veían que eran hombres comunes sin ninguna preparación especial en las Escrituras. También los identificaron como hombres que habían estado con Jesús.
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Sin embargo, dado que podían ver allí de pie entre ellos al hombre que había sido sanado, no hubo nada que el Concilio pudiera decir.
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Así que les ordenaron a Pedro y a Juan que salieran de la sala del Concilio,
y consultaron entre ellos.
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«¿Qué debemos hacer con estos hombres? —se preguntaban unos a otros—. No podemos negar que han hecho una señal milagrosa, y todos en Jerusalén ya lo saben.
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Así que para evitar que sigan divulgando su propaganda aún más, tenemos que advertirles que no vuelvan a hablar con nadie en el nombre de Jesús».
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Entonces llamaron nuevamente a los apóstoles y les ordenaron que nunca más hablaran ni enseñaran en el nombre de Jesús.
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Pero Pedro y Juan respondieron:
«¿Acaso piensan que Dios quiere que los obedezcamos a ustedes en lugar de a él?
20
Nosotros no podemos dejar de hablar acerca de todo lo que hemos visto y oído».
21
Entonces el Concilio los amenazó aún más, pero finalmente los dejaron ir porque no sabían cómo castigarlos sin desatar un disturbio. Pues todos alababan a Dios
22
por esa señal milagrosa, la sanidad de un hombre que había estado lisiado por más de cuarenta años.
23
Los creyentes oran por valentía
Tan pronto como quedaron libres, Pedro y Juan volvieron adonde estaban los demás creyentes y les contaron lo que los sacerdotes principales y los ancianos les habían dicho.