3 Mientras Pablo juntaba una brazada de leña y la echaba en el fuego, una serpiente venenosa que huía del calor lo mordió en la mano.
4 Los habitantes de la isla, al ver la serpiente colgando de su mano, se decían unos a otros: «¡Sin duda este es un asesino! Aunque se salvó del mar, la justicia no le permitirá vivir»;
5 pero Pablo se sacudió la serpiente en el fuego y no sufrió ningún daño.
6 La gente esperaba que él se hinchara o que cayera muerto de repente; pero después de esperar y esperar y ver que estaba ileso, cambiaron de opinión y llegaron a la conclusión de que Pablo era un dios.
7 Cerca de la costa adonde llegamos, había una propiedad que pertenecía a Publio, el funcionario principal de la isla. Él nos recibió y nos atendió con amabilidad por tres días.
8 Dio la casualidad de que el padre de Publio estaba enfermo con fiebre y disentería. Pablo entró a verlo, oró por él, puso sus manos sobre él y lo sanó.
9 Entonces todos los demás enfermos de la isla también vinieron y fueron sanados.
10 Como resultado, nos colmaron de honores y, cuando llegó el tiempo de partir, la gente nos proveyó de todo lo que necesitaríamos para el viaje.
11 Pablo llega a Roma
Tres meses después del naufragio, zarpamos en otro barco, que había pasado el invierno en la isla; era un barco de Alejandría que tenía como figura de proa a los dioses gemelos.
12 Hicimos la primera parada en Siracusa,
donde nos quedamos tres días.
13 De allí navegamos hasta Regio.
Un día después, un viento del sur empezó a soplar, de manera que, al día siguiente, navegamos por la costa hasta Poteoli.
14 Allí encontramos a algunos creyentes,
quienes nos invitaron a pasar una semana con ellos. Y así llegamos a Roma.
15 Los hermanos de Roma se habían enterado de nuestra inminente llegada, y salieron hasta el Foro
por el Camino Apio para recibirnos. En Las Tres Tabernas
nos esperaba otro grupo. Cuando Pablo los vio, se animó y dio gracias a Dios.
16 Una vez que llegamos a Roma, a Pablo se le permitió hospedarse en un alojamiento privado, aunque estaba bajo la custodia de un soldado.
17 Pablo predica en Roma bajo custodia
Tres días después de haber llegado, Pablo mandó reunir a los líderes judíos locales. Les dijo:
—Hermanos, fui arrestado en Jerusalén y entregado al gobierno romano, a pesar de no haber hecho nada en contra de nuestro pueblo ni de las costumbres de nuestros antepasados.
18 Los romanos me llevaron a juicio y querían ponerme en libertad, porque no encontraron ninguna causa para condenarme a muerte;
19 pero cuando los líderes judíos protestaron por la decisión, creí necesario apelar al César, aunque no tenía deseos de presentar cargos contra mi propia gente.
20 Les pedí a ustedes que vinieran hoy aquí para que nos conociéramos y para que yo pudiera explicarles que estoy atado con esta cadena porque creo que la esperanza de Israel —el Mesías— ya ha venido.
21 Ellos respondieron:
—No hemos recibido ninguna carta de Judea ni ningún informe en tu contra de nadie que haya venido por aquí;
22 pero queremos escuchar lo que tú crees, pues lo único que sabemos de este movimiento es que se le ataca por todas partes.
23 Entonces fijaron una fecha, y ese día mucha gente llegó al lugar donde Pablo estaba alojado. Él explicó y dio testimonio acerca del reino de Dios y trató de convencerlos acerca de Jesús con las Escrituras. Usando la ley de Moisés y los libros de los profetas, les habló desde la mañana hasta la noche.
24 Algunos se convencieron por las cosas que dijo, pero otros no creyeron.
25 Después de discutir entre unos y otros, se fueron con las siguientes palabras finales de Pablo: «El Espíritu Santo tenía razón cuando les dijo a sus antepasados por medio del profeta Isaías:
26 “Ve y dile a este pueblo:
Cuando ustedes oigan lo que digo,
no entenderán.
Cuando vean lo que hago,
no comprenderán.
27 Pues el corazón de este pueblo está endurecido,
y sus oídos no pueden oír,
y han cerrado los ojos,
así que sus ojos no pueden ver,
y sus oídos no pueden oír,
y sus corazones no pueden entender,
y no pueden volver a mí
para que yo los sane”
.
28 »Así que quiero que sepan que esta salvación de Dios también se ha ofrecido a los gentiles,
y ellos la aceptarán».
29
30 Durante los dos años siguientes Pablo vivió en Roma pagando sus gastos él mismo.
Recibía a todos los que lo visitaban,
31 y proclamaba con valentía el reino de Dios y enseñaba acerca del Señor Jesucristo; y nadie intentó detenerlo.

La Biblia de las Américas (Español) BLA

Hechos 28:3 Pero cuando Pablo recogió una brazada de leña y la echó al fuego, una víbora salió huyendo del calor y se le prendió en la mano.

English Standard Version ESV

Acts 28:3 When Paul had gathered a bundle of sticks and put them on the fire, a viper came out because of the heat and fastened on his hand.

La Biblia del Jubileo 2000 JBS

Hechos 28:3 Entonces Pablo habiendo recogido algunos sarmientos, y puéstolos en el fuego, una víbora, huyendo del calor, le acometió a la mano

King James Version KJV

Acts 28:3 And when Paul had gathered a bundle of sticks, and laid them on the fire, there came a viper out of the heat, and fastened on his hand.

New King James Version NKJV

Acts 28:3 But when Paul had gathered a bundle of sticks and laid them on the fire, a viper came out because of the heat, and fastened on his hand.

Nueva Versión Internacional NVI

Hechos 28:3 Sucedió que Pablo recogió un montón de leña y la estaba echando al fuego, cuando una víbora que huía del calor se le prendió en la mano.

La Biblia Reina-Valera (Español) RVR

Hechos 28:3 Entonces habiendo Pablo recogido algunos sarmientos, y puéstolos en el fuego, una víbora, huyendo del calor, le acometió á la mano.

Sagradas Escrituras (1569) (Español) SEV

Hechos 28:3 Entonces Pablo habiendo recogido algunos sarmientos, y puéstolos en el fuego, una víbora, huyendo del calor, le acometió a la mano.

Herramientas de Estudio para Hechos 28:3-31