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Pero el sobrino de Pablo —el hijo de su hermana— se enteró del plan y fue a la fortaleza y se lo contó a Pablo.
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Pablo mandó llamar a uno de los oficiales romanos
y le dijo: «Lleva a este joven al comandante; tiene algo importante que decirle».
18
Entonces el oficial lo hizo y explicó: «El prisionero Pablo me llamó y me pidió que le trajera a este joven porque tiene algo que decirle».
19
El comandante lo tomó de la mano, lo llevó a un lado y le preguntó:
—¿Qué es lo que quieres decirme?
20
El sobrino de Pablo le dijo:
—Unos judíos van a pedirle que usted lleve mañana a Pablo ante el Concilio Supremo, fingiendo que quieren obtener más información.
21
¡Pero no lo haga! Hay más de cuarenta hombres escondidos por todo el camino, listos para tenderle una emboscada. Ellos han jurado no comer ni beber nada hasta que lo hayan matado. Ya están listos, solo esperan su consentimiento.
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—Que nadie sepa que me has contado esto —le advirtió el comandante al joven.
23
Pablo es enviado a Cesarea
Entonces el comandante llamó a dos de sus oficiales y les dio la siguiente orden: «Preparen a doscientos soldados para que vayan a Cesarea esta noche a las nueve. Lleven también doscientos lanceros y setenta hombres a caballo.
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Denle caballos a Pablo para el viaje y llévenlo a salvo al gobernador Félix».
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Después escribió la siguiente carta al gobernador:
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«De Claudio Lisias. A su excelencia, el gobernador Félix. ¡Saludos!