14
pero Pablo y Bernabé siguieron su viaje por tierra adentro hasta Antioquía de Pisidia.
El día de descanso fueron a las reuniones de la sinagoga.
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Después de las lecturas acostumbradas de los libros de Moisés
y de los profetas, los que estaban a cargo del servicio les mandaron el siguiente mensaje: «Hermanos, si tienen alguna palabra de aliento para el pueblo, ¡pasen a decirla!».
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Entonces Pablo se puso de pie, levantó la mano para hacer que se callaran y comenzó a hablar: «Hombres de Israel —dijo— y ustedes, gentiles
temerosos de Dios, escúchenme.
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»El Dios de esta nación de Israel eligió a nuestros antepasados e hizo que se multiplicaran y se hicieran fuertes durante el tiempo que pasaron en Egipto. Luego, con brazo poderoso los sacó de la esclavitud.
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Tuvo que soportarlos
durante los cuarenta años que anduvieron vagando por el desierto.
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Luego destruyó a siete naciones en Canaán y le dio su tierra a Israel como herencia.
20
Todo esto llevó cerca de cuatrocientos cincuenta años.
»Después de eso, Dios les dio jueces para que gobernaran hasta los días del profeta Samuel.
21
Luego el pueblo suplicó por un rey, y Dios les dio a Saúl, hijo de Cis, un hombre de la tribu de Benjamín que reinó durante cuarenta años.
22
Pero Dios quitó a Saúl y lo reemplazó con David, un hombre de quien Dios dijo: “He encontrado en David, hijo de Isaí, a un hombre conforme a mi propio corazón; él hará todo lo que yo quiero que haga”
.
23
»Y es precisamente uno de los descendientes del rey David, Jesús, ¡el Salvador de Israel prometido por Dios!
24
Antes de que él viniera, Juan el Bautista predicaba que todo el pueblo de Israel tenía que arrepentirse de sus pecados, convertirse a Dios y bautizarse.