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Muerte de Herodes Agripa
Ahora bien, Herodes estaba muy enojado con los habitantes de Tiro y de Sidón. Entonces ellos enviaron una delegación para que hiciera las paces con él, porque sus ciudades dependían del país de Herodes para obtener alimento. Los delegados se ganaron el apoyo de Blasto, el asistente personal de Herodes,
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y así se les concedió una cita con Herodes. Cuando llegó el día, Herodes se puso sus vestiduras reales, se sentó en su trono y les dio un discurso.
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El pueblo le dio una gran ovación, gritando: «¡Es la voz de un dios, no la de un hombre!».
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Al instante, un ángel del Señor hirió a Herodes con una enfermedad, porque él aceptó la adoración de la gente en lugar de darle la gloria a Dios. Así que murió carcomido por gusanos.
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Mientras tanto, la palabra de Dios seguía extendiéndose, y hubo muchos nuevos creyentes.
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Cuando Bernabé y Saulo terminaron su misión en Jerusalén, regresaron
llevándose con ellos a Juan Marcos.