6
Así que podemos decir con toda confianza:
«El Señor
es quien me ayuda,
por eso no tendré miedo.
¿Qué me puede hacer un simple mortal?»
.
7
Acuérdense de los líderes que les enseñaron la palabra de Dios. Piensen en todo lo bueno que haya resultado de su vida y sigan el ejemplo de su fe.
8
Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre.
9
Así que no se dejen cautivar por ideas nuevas y extrañas. Su fortaleza espiritual proviene de la gracia de Dios y no depende de reglas sobre los alimentos, que de nada sirven a quienes las siguen.
10
Tenemos un altar del cual los sacerdotes del tabernáculo
no tienen derecho a comer.
11
Bajo el sistema antiguo, el sumo sacerdote llevaba la sangre de los animales al Lugar Santo como sacrificio por el pecado, y los cuerpos de esos animales se quemaban fuera del campamento.
12
De igual manera, Jesús sufrió y murió fuera de las puertas de la ciudad para hacer santo a su pueblo mediante su propia sangre.
13
Entonces salgamos al encuentro de Jesús, fuera del campamento, y llevemos la deshonra que él llevó.
14
Pues este mundo no es nuestro hogar permanente; esperamos el hogar futuro.
15
Por lo tanto, por medio de Jesús, ofrezcamos un sacrificio continuo de alabanza a Dios, mediante el cual proclamamos nuestra lealtad a su nombre.
16
Y no se olviden de hacer el bien ni de compartir lo que tienen con quienes pasan necesidad. Estos son los sacrificios que le agradan a Dios.