13
Ahora Noé tenía seiscientos un años de edad. El primer día del nuevo año, diez meses y medio después del comienzo del diluvio,
las aguas del diluvio se habían secado de la tierra casi por completo. Noé levantó la cubierta de la barca y vio que la superficie de la tierra se estaba secando.
14
Pasaron otros dos meses,
¡y por fin la tierra quedó seca!
15
Entonces Dios le dijo a Noé:
16
«Todos ustedes —tú y tu esposa, y tus hijos y sus esposas— salgan de la barca.
17
Suelta a todos los animales —las aves, los animales y los animales pequeños que corren por el suelo— para que puedan ser fructíferos y se multipliquen por toda la tierra».
18
Entonces Noé, su esposa, sus hijos y las esposas de sus hijos salieron de la barca;
19
y todos los animales, grandes y pequeños, y las aves salieron de la barca, pareja por pareja.
20
Luego Noé construyó un altar al Señor
y allí sacrificó como ofrendas quemadas los animales y las aves que habían sido aprobados para ese propósito.
21
Al Señor
le agradó el aroma del sacrificio y se dijo a sí mismo: «Nunca más volveré a maldecir la tierra por causa de los seres humanos, aun cuando todo lo que ellos piensen o imaginen se incline al mal desde su niñez. Nunca más volveré a destruir a todos los seres vivos.
22
Mientras la tierra permanezca, habrá cultivos y cosechas, frío y calor, verano e invierno, día y noche».