4
Y pasados los días de su luto, habló José a los de la casa del Faraón, diciendo: Si he hallado ahora gracia en vuestros ojos, os ruego que habléis en oídos del Faraón, diciendo:
5
Mi padre me conjuró diciendo: He aquí yo muero; en mi sepulcro, que yo cavé para mí en la tierra de Canaán, allí me sepultarás; ruego pues que vaya yo ahora, y sepultaré a mi padre, y volveré.
6
Y el Faraón dijo: Ve, y sepulta a tu padre, como él te conjuró.
7
Entonces José subió a sepultar a su padre; y subieron con él todos los siervos del Faraón, los ancianos de su casa, y todos los ancianos de la tierra de Egipto.
8
Y toda la casa de José, y sus hermanos, y la casa de su padre; solamente dejaron en la tierra de Gosén sus niños, y sus ovejas y sus vacas.
9
Y subieron también con él carros y gente de a caballo, y se hizo un escuadrón muy grande.
10
Y llegaron hasta la era de Atad, que está al otro lado del Jordán, y endecharon allí con grande y muy grave lamentación; y José hizo a su padre duelo por siete días.
11
Y viendo los moradores de la tierra, los cananeos, el llanto en la era de Atad, dijeron: Llanto grande es este de los egipcios: por eso fue llamado su nombre Abel-mizraim, que está al otro lado del Jordán.
12
E hicieron sus hijos con él, según les había mandado;
13
pues lo llevaron sus hijos a la tierra de Canaán, y lo sepultaron en la cueva del campo de la dobladura, la que había comprado Abraham con el mismo campo, en heredad de sepultura, de Efrón el heteo, delante de Mamre.
14
Y se tornó José a Egipto, él y sus hermanos, y todos los que subieron con él a sepultar a su padre, después que lo hubo sepultado.