4
con estas palabras: “Te haré fructífero y multiplicaré tu descendencia. Haré de ti una multitud de naciones, y daré esta tierra de Canaán a tus descendientes
como posesión perpetua”.
5
»Ahora reclamo como hijos míos a estos dos muchachos tuyos, Efraín y Manasés, quienes nacieron aquí en la tierra de Egipto antes de que yo llegara. Ellos serán mis hijos, como lo son Rubén y Simeón.
6
Pero cualquier otro hijo que te nazca en el futuro será tuyo, y heredará tierra dentro de los límites de los territorios de sus hermanos Efraín y Manasés.
7
»Hace mucho tiempo, cuando yo regresaba de Padán-aram, Raquel murió en la tierra de Canaán. Todavía íbamos en viaje y bastante lejos de Efrata (es decir, Belén). Con mucha tristeza, la enterré allí, junto al camino que va a Efrata.
8
Entonces Jacob miró a los dos muchachos.
—¿Son estos tus hijos? —preguntó.
9
—Sí —le dijo José—, estos son los hijos que Dios me ha dado aquí en Egipto.
Y Jacob dijo:
—Acércalos más a mí, para que pueda bendecirlos.
10
Jacob casi había perdido la vista debido a su avanzada edad y apenas podía ver. Entonces José le acercó a los muchachos, y Jacob los besó y los abrazó.
11
Entonces Jacob le dijo a José:
—Nunca pensé que volvería a ver tu rostro, ¡pero ahora Dios me ha permitido ver también a tus hijos!
12
José retiró a los muchachos de las rodillas de su abuelo, y se inclinó con el rostro hacia el suelo.
13
Después puso a los muchachos delante de Jacob. Con su mano derecha dirigió a Efraín hacia la mano izquierda de Jacob, y con su mano izquierda puso a Manasés a la mano derecha de Jacob.
14
Pero Jacob cruzó sus brazos cuando los extendió para poner sus manos sobre la cabeza de los muchachos: es decir, puso su mano derecha sobre la cabeza de Efraín —aunque él era el menor— y su mano izquierda sobre la cabeza de Manasés, que era el hijo mayor.
15
Luego bendijo a José con las siguientes palabras:
«Que el Dios delante del cual caminaron
mi abuelo Abraham y mi padre Isaac
—el Dios que ha sido mi pastor
toda mi vida, hasta el día de hoy,
16
el Ángel que me ha salvado de todo mal—
bendiga a estos muchachos.
Que ellos preserven mi nombre
y el nombre de Abraham y de Isaac.
Y que su descendencia se multiplique en gran manera
por toda la tierra».
17
Pero José se molestó cuando vio que su padre puso la mano derecha sobre la cabeza de Efraín. Entonces José se la levantó para pasarla de la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés.
18
—No, padre mío —le dijo—. Este es el hijo mayor; pon tu mano derecha sobre su cabeza.
19
Pero su padre se negó a hacerlo.
—Ya lo sé, hijo mío, lo sé —respondió él—. Manasés también llegará a ser un gran pueblo, pero su hermano menor será aún más grande y de su descendencia se formarán una multitud de naciones.
20
Así que, aquel día, Jacob bendijo a los muchachos con esta bendición: «El pueblo de Israel usará el nombre de ustedes cuando impartan una bendición. Dirán: “Que Dios los haga tan prósperos como a Efraín y a Manasés”». De esta manera, Jacob puso a Efraín antes de Manasés.
21
Entonces Jacob le dijo a José:
—Mira, yo estoy a punto de morir, pero Dios estará contigo y te llevará de regreso a Canaán, la tierra de tus antepasados.
22
Y además de lo que les he dado a tus hermanos, te doy a ti una porción adicional de la tierra
que tomé de los amorreos con mi espada y con mi arco.