3 Los hermanos se levantaron al amanecer y emprendieron el viaje con sus burros cargados.
4 Cuando habían recorrido solo una corta distancia y apenas habían llegado a las afueras de la ciudad, José le dijo al administrador del palacio: «Sal tras ellos y detenlos; y cuando los alcances, pregúntales: “¿Por qué han pagado mi bondad con semejante malicia?
5 ¿Por qué han robado la copa de plata
de mi amo, la que usa para predecir el futuro? ¡Qué maldad tan grande han cometido!”».
6 Cuando el administrador del palacio alcanzó a los hombres, les habló tal como José le había indicado.
7 —¿De qué habla usted? —respondieron los hermanos—. Nosotros somos sus siervos y nunca haríamos semejante cosa.
8 ¿Acaso no devolvimos el dinero que encontramos en nuestros costales? Lo trajimos de vuelta desde la tierra de Canaán. ¿Por qué robaríamos oro o plata de la casa de su amo?
9 Si usted encuentra la copa en poder de uno de nosotros, que muera el hombre que la tenga. Y el resto de nosotros, mi señor, seremos sus esclavos.
10 —Eso es justo —respondió el hombre—, pero solo el hombre que haya robado la copa será mi esclavo. Los demás quedarán libres.
11 Ellos bajaron rápidamente sus costales de los lomos de sus burros y los abrieron.
12 El administrador del palacio revisó los costales de cada uno de los hermanos, desde el mayor hasta el menor, ¡y encontró la copa en el costal de Benjamín!
13 Al ver eso, los hermanos se rasgaron la ropa en señal de desesperación. Luego volvieron a cargar sus burros y regresaron a la ciudad.
14 José todavía estaba en su palacio cuando Judá y sus hermanos llegaron. Entonces se postraron en el suelo delante de él.
15 —¿Qué han hecho ustedes? —reclamó José—. ¿No saben que un hombre como yo puede predecir el futuro?
16 —Oh, mi señor —contestó Judá—, ¿qué podemos responderle? ¿Cómo podemos explicar esto? ¿Cómo podemos probar nuestra inocencia? Dios nos está castigando por nuestros pecados. Mi señor, todos hemos regresado para ser sus esclavos, todos nosotros, y no solo nuestro hermano que tenía la copa en su costal.
17 —No —dijo José—. ¡Yo jamás haría algo así! Solo el hombre que robó la copa será mi esclavo. Los demás pueden volver en paz a la casa de su padre.
18 Judá habla por sus hermanos
Entonces Judá dio un paso adelante y dijo:
—Por favor, mi señor, permita que su siervo le hable sólo unas palabras. Le ruego que no se enoje conmigo, a pesar de ser usted tan poderoso como el faraón mismo.
19 »Mi señor, anteriormente nos preguntó a nosotros, sus siervos: “¿Tienen un padre o un hermano?”.
20 Y nosotros respondimos: “Sí, mi señor, tenemos un padre que ya es anciano, y su hijo menor le nació en la vejez. Su hermano de padre y madre murió y él es el único hijo que queda de su madre, y su padre lo ama mucho”.
21 »Usted nos dijo: “Tráiganlo aquí para que lo vea con mis propios ojos”.
22 Pero nosotros le dijimos a usted: “Mi señor, el muchacho no puede dejar a su padre, porque su padre moriría”.
23 Pero usted nos dijo: “A menos que su hermano menor venga con ustedes, nunca más volverán a ver mi rostro”.

La Biblia de las Américas (Español) BLA

Génesis 44:3 Al rayar el alba, fueron despedidos los hombres con sus asnos.

English Standard Version ESV

Genesis 44:3 As soon as the morning was light, the men were sent away with their donkeys.

La Biblia del Jubileo 2000 JBS

Génesis 44:3 Venida la mañana, los hombres fueron despedidos con sus asnos

King James Version KJV

Genesis 44:3 As soon as the morning was light, the men were sent away, they and their asses.

New King James Version NKJV

Genesis 44:3 As soon as the morning dawned, the men were sent away, they and their donkeys.

Nueva Versión Internacional NVI

Génesis 44:3 A la mañana siguiente, muy temprano, los hermanos de José fueron enviados de vuelta, junto con sus asnos.

La Biblia Reina-Valera (Español) RVR

Génesis 44:3 Venida la mañana, los hombres fueron despedidos con sus asnos.

Sagradas Escrituras (1569) (Español) SEV

Génesis 44:3 Venida la mañana, los hombres fueron despedidos con sus asnos.

Herramientas de Estudio para Génesis 44:3-23