13
Cuando ella vio que tenía el manto en las manos y que él había huido,
14
llamó a sus siervos. Enseguida todos los hombres llegaron corriendo. «¡Miren! —dijo ella—. ¡Mi esposo ha traído aquí a este esclavo hebreo para que nos deje en ridículo! Él entró en mi cuarto para violarme, pero yo grité.
15
Cuando me oyó gritar, salió corriendo y se escapó, pero dejó su manto en mis manos».
16
Ella se quedó con el manto hasta que su esposo regresó a la casa.
17
Luego le contó su versión de lo sucedido: «Ese esclavo hebreo que trajiste a nuestra casa intentó entrar y aprovecharse de mí;
18
pero, cuando grité, ¡salió corriendo y dejó su manto en mis manos!».
19
José es encarcelado
Potifar se enfureció cuando oyó el relato de su esposa acerca de cómo José la había tratado.
20
Entonces agarró a José y lo metió en la cárcel donde estaban los presos del rey. José quedó allí,
21
pero el Señor
estaba con José en la cárcel y le mostró su fiel amor. El Señor
hizo que José fuera el preferido del encargado de la cárcel.
22
Poco después el director puso a José a cargo de los demás presos y de todo lo que ocurría en la cárcel.
23
El encargado no tenía de qué preocuparse, porque José se ocupaba de todo. El Señor
estaba con él y lo prosperaba en todo lo que hacía.