49
Así que díganme: ¿quieren o no mostrar amor inagotable y fidelidad a mi amo? Por favor, respóndanme “sí” o “no”, y de esa manera sabré qué hacer después.
50
Entonces Betuel y Labán respondieron:
—Es evidente que el Señor
te trajo hasta aquí, así que no hay nada que podamos decir.
51
Aquí está Rebeca; tómala y vete. Efectivamente, que ella sea la esposa del hijo de tu amo, tal como el Señor
lo ha dispuesto.
52
Cuando el siervo de Abraham oyó la respuesta, se postró hasta el suelo y adoró al Señor
.
53
Después sacó joyas de plata y de oro, y vestidos, y se los dio a Rebeca. También entregó valiosos regalos a su hermano y a su madre.
54
Luego comieron, y el siervo y los hombres que lo acompañaban pasaron allí la noche.
Pero temprano a la mañana siguiente, el siervo de Abraham dijo:
—Envíenme de regreso a mi amo.
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—Queremos que Rebeca se quede con nosotros al menos diez días —dijeron su madre y su hermano—, y luego podrá irse.
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Pero él dijo:
—No me retrasen. El Señor
hizo que mi misión tuviera éxito; ahora envíenme, para que pueda regresar a la casa de mi amo.
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—Bien —dijeron ellos—, llamaremos a Rebeca y le preguntaremos qué le parece a ella.
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Entonces llamaron a Rebeca.
—¿Estás dispuesta a irte con este hombre? —le preguntaron.
—Sí —contestó—, iré.
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Entonces se despidieron de Rebeca y la enviaron con el siervo de Abraham y sus hombres. La mujer que había sido niñera de Rebeca la acompañó.
60
Cuando Rebeca partía le dieron la siguiente bendición:
«Hermana nuestra, ¡que llegues a ser
la madre de muchos millones!
Que tus descendientes sean fuertes
y conquisten las ciudades de sus enemigos».
61
Después Rebeca y sus siervas montaron en los camellos y siguieron al hombre. Así que el siervo de Abraham se llevó a Rebeca y emprendió el viaje.
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Mientras tanto, Isaac, que vivía en el Neguev, había regresado de Beer-lajai-roi.
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Una tarde, mientras caminaba por los campos y meditaba, levantó la vista y vio que se acercaban los camellos.
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Cuando Rebeca levantó la vista y vio a Isaac, se bajó enseguida del camello.
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—¿Quién es ese hombre que viene a nuestro encuentro caminando por los campos? —preguntó al siervo.
Y él contestó:
—Es mi amo.
Entonces Rebeca se cubrió el rostro con el velo,
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y el siervo le contó a Isaac todo lo que había hecho.
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Luego Isaac la llevó a la carpa de Sara, su madre, y Rebeca fue su esposa. Él la amó profundamente, y ella fue para él un consuelo especial después de la muerte de su madre.